Luego de tanto tiempo sin escribir, pero si de leer todo lo que escriben en este genial vehículo comunicacional que tenemos nosotros, los hinchas, es que aparezco a molestar nuevamente!
Hace un par de días escribí una nota donde abordo la problemática lacerante que deben vivir miles y miles de jóvenes cordobeses que merced a un injusto e inconstitucional código de faltas son detenidos en el centro de la ciudad por el único delito de ser pobres. El relato cuenta la difícil, dura y funesta situación que tuvo que atravesar un muchacho de barrio llamado Juan que vive en Barrio Müller. Esta historia intenta ponerle palabras y dale sentido a una realidad concreta que nos toca de cerca a quienes vivimos en barrios alejados del centro. El Barrio elegido es al azar, podría haber sido cualquiera de la Ciudad de Córdoba, pense en Müller por los conocidos de la zona y por una muchacha muy hermosa que conozco en el mismo. En fin, les dejo para que lean y espero opinen. Abrazos locos y locas !
Libertad condicional
Juan, muchacho de barrio, laburante, amigo de amigos. Juan vive en un barrio popular de la ciudad, en el ciñe una vida dura, llena de desventuras, de nostalgias y por supuesto también de sueños, de ilusiones, basamentos fundamentales que le hacen caminar y creer que es posible atravesar otra realidad muy distinta a la cual atraviesa.
Juan trabaja en una despensa de zona Sur de la Ciudad, en ella se hizo conocido por todos los vecinos quienes contagiados por su fulgurante entusiasmo a la hora de recibirlos no hacen mas que devolverles ese cariño con propinas y sonrisas. Suele ocurrir que Juan, merced de saber de donde viene, y conocer lo difícil que esta la vida para quienes menos tienen, siempre agrega facturas de más, criollos de más, dignidad de mas a quienes menos tienen. Por supuesto, esto genera la irá del Patrón que siempre amenaza con despedirlo pero finalmente nunca ocurre porque sabe del muy buen corazón del muchacho.
Juan pertenece de una familia pobre de Barrio Müller, donde todo falta menos dignidad, cada uno de los 7 integrantes que componen el hogar del muchacho son trabajadores, uno de sus hermanos, es medio reacio al trabajo, Cristian se llama, cada dos por tres lo rajan del laburo por llegar tarde producto de quedarse hasta altas horas con sus amigos en la vieja esquina donde viven, porro por aquí, porrón por allá y se le pasó la noche, Grisel, su madre, no sabe que hacer con él, pero siempre le perdona todo, es su hijo predilecto no hay nada que darle, su carisma y tozudez le recuerdan mucho a Omar, su marido, este fallecido en un enfrentamiento policial donde nunca se comprobó a ciencia cierta si participó del mismo o lo asesinaron por parecer mucho a los sospechosos. Quizás estás son las razones por la cual Grisel apaña tanto a Cristian, en fin.
Juan vive una vida tranquila a pesar de no contar con todo lo que el quisiera, tiene sus amigos, su novia, su bicicleta, su celular ultimo modelo y el carnet de socio del pirata al día, como todo buen hincha de Belgrano. Juan al igual que muchos de los amigos del barrio tiene un particular snobismo por las zapatillas, ¨las llantas¨ como dicen, apenas sale un modelo de nike o adidas nuevo va a la tienda de San Vicente y las compra, Juan dice que no las compra para ¨carteludear¨ con los amigos del barrio, para sentirse mas que otros que no tienen posibilidad de comprarlas, sino para ganar minas en el baile, las chicas se fijan mucho en las zapatillas y en el peinado menciona. Es matemático aclara!
A Juan le gustaría ir a comprar sus ¨llantas¨ nuevas al centro de la Ciudad, son mucho baratas que en la tienda de San Vicente, pero el solo pensar que sus amigos son detenidos por portación de rostro, por el pecado y delito de ser pobres, son motivos bastos suficientes para ahorrarse ese disgusto y pagar demás, igualmente una vez se animó, calzó la chaqueta de la entereza y el orgullo y allá fue, a ese lugar tan vertiginoso para un muchacho de barrio como él donde la mediocridad es moneda corriente y la vestimenta hace personas, donde sos si tenes.
Juan esperaba el E4 ansioso y nervioso como toda persona que no sabe con que se va a encontrar, pero la tardanza del micro ayudó a distender esa tensión ¡El Sistema de transporte funciona! pensaba. Llegó el colectivo, le regañó al chofer la demora, no por él, sino por doña quita, una anciana querida por toda la vecindad por su constante defensa de los derechos del pobre, doña quita era conocida por realizar reuniones en su casa con los ¨chicos de las esquinas¨, donde dotaba a estos de herramientas necesarias para poder defenderse de los atropellos policiales, además, a pesar de casi no poder caminar, Quita se llegaba al centro de la Ciudad para pagar impuestos de vecinos no que tenían para el cospel. Filantropía pura la de doña Quita!
El micro comenzó su rumbo, en Juan ya vislumbraba su inocultable inquietud, faltaba menos para llegar al destino deseado, su rostro teñía de nervios cual muchacho que debuta. Faltaba menos para corroborar en carne propia lo que sus amigos del barrio expresaban cada vez que regresaban del centro cagados de bronca por el atropello policial.
Juan bajó del colectivo en plaza San Martín, sitio donde conjugan en la ciudad diferentes lenguajes, diferentes clases sociales, rincón de nuestro Pueblo donde camina el miserable que apenas tiene para vivir y también el pequeño burgués asustado entre otros. Juan no se detiene a ver este paisaje característico de la city, el tiene un objetivo claro, ir al local de ropa deportiva y comprarse las ultimas llantas (ya se imagina la cara de las chicas cuando lo vean en el baile!) en eso camina una, dos, tres, cinco cuadras hasta que lo detiene la policía, primero se acerca uno, luego dos y luego muchos mas, Juan no entendía nada, ¿que pasa? ¿que hice? ¿porque me detienen? gritaba eufórico mientras los transeúntes observaban a Juan como culpable de algo, de algo que este no sabía y no lograba interpretar. Doña Rosa de Barrio Jardín al ver esta situación inmediatamente a su mejor amiga y le relata el hecho, en sus palabras irradiaba el odio irracional al pobre, le expresaba a Ester, su amiga, lo siguiente:
Doña Rosa: Ester, Ester, no sabes lo que pasó acá, iba de compras al local de ropa y un muchacho muy mal vestido, con el pelo todo sucio y de extraño corte fue detenido afortunadamente por la policía, si vieras las zapatillas que tiene el chorro! Seguro no tiene para comer y anda con esas zapatillas que ni mi hijo Martín puede comprarse, seguro se las robó de algún lado, estos hijos de puta ya no pueden andar mas por el centro! Menos mal que la policía lo detuvo, sino quien sabe Ester, me podría haber robado a mi!!!
Ester respondió: Tal cual amiga, ya no se puede caminar mas por la Ciudad, los tienen que meter a todos en cana, justamente estoy viendo a Gustavo Tobbi donde menciona que la ola de inseguridad ya no es una sensación, sino un hecho real ! Ya no se puede salir a calle! Nosotros todos enrejados y estos hijos de puta caminando como si nada por la calle!!
Juan escuchaba el relato de Rosa y Ester, escuchaba los murmullos de esa sociedad que lo condenaba sin saber porque, la impotencia del echo originó que entrara en llanto, Juan lloraba, necesita hablar con su mamá, quien estaba seguramente en su casa preparándole la comida esperando que su hijo regresara con sus nuevas zapatillas a casa.
Nombre: Juan Valdez.
Edad: 19 años
Barrio: Müller
Ocupación: Empleado (Trabaja en una despensa)
Estado civil: Soltero
Antecedentes Penales: No posee
El personal policial con suma violencia interroga a Juan
Comisario: ¿Que hacías por esta zona?
Juan: Nada, iba de compras
Comisario: ¿Que ibas a comprar? ¿Ibas a comprar o vender drogas?
Juan:¿de que drogas me hablan? y comenzó a llorar nuevamente...
Comisario: Dale, canta, no te hagas el pelotudo, a pibes como ustedes los tenemos bien fichados.
Juan: No se que dice, quiero ver a mi vieja, por favor, quiero ver a mi vieja y el llanto de Juan se hizo incontenible.
En esto se acerca otro oficial a interrogarlo, detiene su mirada fija en Juan, una mirada abyecta, infame, de odio, le expresa lo siguiente:
- Mira pendejo, a chorros como ustedes no los queremos ni ver por estas calles, y le citó las arterias por donde no podía circular ni el, ni sus amigos... calle Irigoyen del 0 al 1000, calle chacabuco del 0 a 1000, calle Velez Sarfield del 0 al 1500, tampoco ingresar al Patrio Olmos y menos pasar una tarde en el Buen Pastor, tampoco se te ocurra acercarte por el ¨parque de las tejas¨ ¿entendiste?. En caso de verte pendejo de mierda por estos lugares te cagamos a palos y no te largamos mas!
Juan, indignado por la situación pero sin perder la calma preguntó:
¿Pero cual es el delito que se me acusa señor oficial? ¿porque no puedo circular por esas calles que usted me citó?
El oficial, sincero hasta más no poder le respondió:
- Mirá pibe, ustedes desde que nacen tienen libertad condicional, la libertad no esta echa para malandras como ustedes ¿entiendes? arguyó enfáticamente.
Y así fue que Juan fue dejado en libertad.
Regresó a su casa con ojos lastimosos y cargando odio por la situación que le tocó atravesar.
Regresó sin zapatillas nuevas que a madre había prometido comprar
desilusionado porque las muchachas del baile
al menos por este fin de semana,
no podrán apreciar lo que tanto quería mostrar,
sus zapatillas nuevas para poder enganchar.
Dedicado a los miles de pibes que son detenidos por la policía de Córdoba merced al injusto e inconstitucional código de faltas.
Alan Gudiño