Thorbjorn Jagland es el presidente del órgano que decide la entrega del premio. Los invito a que analicen su declaración al respecto:
“es importante para el Comité reconocer a las personas que están luchando y son idealistas, pero no podemos hacer eso todos los años. De vez en cuando debemos internarnos en el reino de la realpolitik. Al fin de cuentas es siempre una mezcla de idealismo y realpolitik lo que puede cambiar al mundo.”
Descartemos en Obama el idealismo y enfoquemos cuál es su realpolitik reconocida:
El flamante Premio Nóbel de la Paz aumentó el presupuesto para la guerra en Afganistán al paso que contempla incrementar el número de tropas desplegadas en ese país;
-Sus tropas siguen ocupando Irak; no da señales de revisar la decisión de George Bush Jr. de activar la Cuarta Flota; avanza en un tratado todavía secreto con Álvaro Uribe para desplegar siete bases militares norteamericanas en Colombia, y se habla de cinco más que estarían a punto de confirmarse, con lo cual está preparando una nueva escalada guerrerista en contra de América Latina;
-Mantiene su embajador en Tegucigalpa, cuando prácticamente todos se retiraron, y de ese modo respalda a los golpistas hondureños;
-Mantiene el bloqueo en contra de Cuba y ni se inmuta ante la injusta cárcel de los cinco cubanos encarcelados en Estados Unidos por luchar contra el terrorismo.
La realpolitik exigía reparar inmediatamente ese error. Porque, al fin y al cabo, como lo declaró el propio presidente de Estados Unidos al enterarse de su premio, éste representa la “reafirmación del liderazgo norteamericano en nombre de las aspiraciones de los pueblos de todas las naciones.” Y, en un súbito ataque de “realismo”, el Comité noruego puso su granito de arena para fortalecer la declinante hegemonía estadounidense en el sistema internacional.
Se sospecha que por esta ayudita ellos también, en su momento, serán debidamente recompensados.