Il Brada! Mon ami. Eduardo: El hijo del viento (El que despeja el humo), según un evangelio de dudoso proceder.
Ya me sepultó el otro estimado, cada vez mis acciones son menos perdonables. Espero el castigo, por cierto. Doble Ciega o sin recompra, estaría bien.
Que te voy a decir que no hayamos vivido. Aunque, si nos ponemos a pensar, fueron tantas las frustaciones en el rectángulo cómo nuestras alegrías afuera; alimento de los incorruptibles, de los soñadores, de los tercos, de los relegados, de los que alguna vez llenarán su alma, pero de a poco y sufriendo. Eso es vida, amigo.
Ahora, para los que no tiene el placer de conocer a este ser, único e incomparable: Eduardo es una persona exigente, te lleva al límite, te invita a conocer un nuevo nivel, te hace crecer. Un amigo de fierro o titanio (me parece que es más resistente y casi no se oxida, además suena mejor), está y estará.
Analista y filósofo de los pequeños momentos, de las verdades de la vida, de lo que, realmente, vale la pena. Entender la frase que subyace, la verdadera mística del momento, el metalenguaje. Eso es valioso. Lo superficial no existe, es otra ilusión, la más difícil de erradicar.
De Eduardo y Belgrano no voy a hablar. La mayoría de los hinchas no empiezan ni a competir con este hombre. Aquí sí soy tajante, no empiezan (me incluyo).
Queridísimo, soñé que la banda se hallaba reunida en un depto, todos durmiendo en el piso, alojados por quién escribe.
Belgrano se jugaba una parada crucial. No era Córdoba el lugar. Este individuo gritó: "Prohibido traer una mina a la casa, que sean 4 o 5, ¿estamos? Hasta allí llegó. Una lástima, pero promete.
Te deseo lo mejor, siempre.
Pd: ¿Ha visto que no mencioné aquel bello 5 de diamantes? No soy de echar sal en la herida, usted me conoce.
Jugamos de memoria, dijo Pablo. Acertó.
Decime si no es un grande...
Propongámosle a Chini un mural del querido Al.