IMBORRABLES RECUERDOS...
Una crónica sobre el gol de Farré que envió al descenso a River ganó el premio de periodismo "Rey de España"
El relato de Juan Mascardi fue publicado en un diario cordobés y forma parte del libro "Ni tan héroes, ni tan locos, ni tan solitarios""Farré, el jugador que se había olvidado de hacer goles".
Así se titula la crónica del periodista Juan Roberto Mascardi Vigani que obtuvo el Premio Iberoamericano de Periodismo Rey de España y narra al detalle la historia de vida del futbolista de Belgrano que el 26 de junio del 2011 marcó el tanto en el Monumental que terminó de decretar la suerte de River.
El cronista relata con precisión el camino que transitó aquel muchacho que llegó desde Central Córdoba de Rosario en el 2007 al Pirata como un absoluto desconocido y terminó transformándose en una pieza fundamental del equipo que obtuvo el triunfo más trascendental de su historia.
La nota se publicó en el diario La Voz del Interior el 10 de julio del 2017.
Según señalaron medios españoles, el jurado que eligió este relato valoró que la crónica deportiva va más allá del resultado o la situación controversial del día.
Profundizó en la historia de vida del personaje con un "lenguaje literario, cuidado, preciso y expresivo".
LA CRÓNICA GANADORAFarré, "el jugador que se había olvidado de hacer goles"Nunca había estado en el Monumental. El jugador, sin destino de verdugo, pisó por primera vez el Coliseo argentino y se apropió de los silencios. Los hizo suyos. Fue flecha y arco. Velocidad y decisión. Voluntad y empeño. No hubo oráculos ni prestidigitadores ni ilusionismo ni videntes. El deportista tuvo una revelación, propia de un libro de autoayuda. La repitió hasta el hartazgo. El hombre, que se había olvidado los goles en su propia infancia, se habló a sí mismo.
Se escuchó. Y los demás lo oyeron. "Voy a meter un gol". Él se creyó.La pelota baja del cielo con un movimiento defectuoso. El jugador jamás le quita la vista. Y le pega con el cordón del botín derecho. El hombre y el infinito. La eternidad. Un punto en el espacio que contiene todos los puntos. Flashes. Montaje paralelo de la gloria y del ocaso. El roce de la esfera, símbolo perfecto, describe una parábola casi matemática.
"La sentí hermosa", me dice. Después del éxtasis, del grito que exterioriza los nervios contenidos, del vuelo en tierra alrededor de un arco pulverizado, Guillermo Martín Farré mira hacia la popular donde hay un puñado de seguidores de Belgrano y se golpea tres veces el pecho. Fui yo, fui yo, fui yo.
La información que quedará en la historia gracias a la videomanía colectiva será parcial. Será un punto cúlmine, una pulsión, un cross a la mandíbula, un electroshock colectivo. Será, como para los montañistas, la foto de la cumbre en un cerro interminable.
No habrá pasados ni afectos. No habrá caminos que se bifurcan ni senderos en subida. Será, ni más ni menos, que ese instante.
La anécdota que repetiremos todos según nuestro punto de vista.
Una leyenda que, a través del tiempo, sumará más testigos presenciales que la capacidad real del estadio más grande de Argentina. El día que River Plate se fue a la B vi el gol agazapado en el mismo sillón donde ahora está sentado Guillermo.¿Pero qué hace que un futbolista rústico, de una extrema regularidad, que corre en el mediocampo defendiéndose a las patadas sea uno de los ídolos máximos del balompié cordobés?
Cuando la fama es involuntariaNunca fue campeón. En un histérico fútbol posmoderno, donde se compran y venden jugadores como esclavos y el valor del amor a los colores del club es patrimonio exclusivo de los hinchas, la trayectoria de Farré va en contramano ya que sólo jugó en dos equipos: Central Córdoba de Rosario (2001-2007) y Belgrano de Córdoba (2007 a la fecha).
El mediocampista es invisible, no lo compran, no lo venden, todos los necesitan. Su juego suele pasar inadvertido para la crítica deportiva.
Habitualmente, los comentaristas dicen que su desempeño fue "regular" y lo califican con 6.
Cuando llegó a Córdoba nadie lo conocía.
Pancho Ferraro era el DT de Belgrano. Su preparador físico, Rubén Olivera, le pidió referencias a un periodista de Rosario porque necesitaban como refuerzo a un volante de marca, que pudiera jugar por los laterales, que fuera colaborativo con el equipo, que tuviera regularidad y liderazgo entre los más jóvenes. El periodista, hincha de Central Córdoba, no dudó y recomendó a Guillermo Farré.
"Es una excelente persona, no es conflictivo, equilibra al grupo adentro y afuera de la cancha".
Farré arribó en 2007 para jugar como suplente en el Torneo Nacional B, la segunda categoría del fútbol argentino, se fue a vivir a un departamento muy pequeño en la zona de la terminal de ómnibus y no fue la tapa del diario La Voz del Interior.
Los técnicos pasan, Farré queda.El planeta fútbol siguió la trayectoria de la esfera que se coló entre las piernas de Carrizo.
Gol de Belgrano de Córdoba. Gol de Guillermo Farré. Fue el tanto del empate que empujó a uno de los equipos más importantes del universo a descender de categoría.
Hubo gritos y lamentos. Insultos y adoraciones. Tembló la tierra, sucumbió la historia y en una habitación solitaria Diego Maradona celebró y no pudo abrazarlo. Minutos después, el Dios del fútbol le confesó a Farré telefónicamente: "Fue uno de los goles que más grité en mi vida".Farré conoce en detalle el barro y la tierra de canchas marginales, con tribunas de madera y vestuarios desvencijados. Su debut en el estadio de River quedó reservado para una ocasión especial. Una serie de dos partidos entre el tercer equipo con más puntos en el Nacional B y el penúltimo en la tabla de los promedios del descenso de la Primera División.
Belgrano jugaba por la gloria, River padecía caminar al borde del abismo. El partido en Buenos Aires (1 a 1) fue la revancha que había comenzado en el barrio Alberdi de Córdoba, con el triunfo por 2 a 0 de los celestes.
River no puede descender. La verdad casi absoluta latía en la atmósfera previa al 26 de junio.
Un grupo de hinchas riverplatenses hostigaron al plantel cordobés la noche anterior del partido en el hotel NH City donde se alojaban. "Ni con las bombas nos van a poder asustar. Gallinas cobardes", escribió en su twitter Mariano Campodónico, uno de los jugadores más experimentados. La madrugada fue movida, a las cuatro de la mañana se activaron las alarmas de incendio. Pero la presión no era patrimonio de Belgrano. La revancha de la promoción representaba el final de dos procesos antagónicos. Por un lado, un trabajo consecuente de casi cuatro años en la B Nacional del equipo más popular de la segunda ciudad del país, y por el otro la agonía de un club en estado terminal. "Nos sentimos siempre muy seguros", cuenta Farré.
Guillermo pisó el Monumental y le llamó la atención la apatía de algunos jugadores de la banda roja. Saludando con desgano, sin mirarlos a los ojos. Antes de que arranque, la mayoría de los players porteños subestimaron a los rivales. Al menos, eso sintió Farré.
Al igual que Diego Maradona fue uno de los goles que más grité en mi vida. Y nunca jugué un Mundial.Los diarios, las radios y los hinchas ya hablaron lo suficiente sobre el match. Se contó como un momento épico, como una tragedia griega, como un juego locuaz de ajedrez, como un grito impotente de barras bravas que amenazaron de muerte al árbitro, como un duelo de caballeros, como un acto heroico. Que la falta del Chiqui Pérez a Carusso fue penal. Que Sergio Pezzotta debió expulsar a varios jugadores de Belgrano. Que el Picante Pereyra lo pudo empatar antes. Que Lamela ya estaba pensando en su transferencia al exterior. Que el arquero Olave se agrandó antes de atajarle el penal a Pavone y homenajeó a su primo muerto, el cuartetero Rodrigo. Que Franco Vázquez es el mejor 10 de la Argentina pero no lo tienen en cuenta porque juega en la B. Que Carrizo se paralizó con el enredo entre los defensores. Que la pelota que embocó Guillermo se podría haber ido a lo más alto de la tribuna.
Un no. Rotundo. Un golpe. El miedo al fracaso. La etérea vida de los futbolistas. Los sueños convertidos en pesadillas y las dudas de volver a empezar empujaron a Guillermo a pensar en abandonar la carrera profesional antes de arrancarla. Así llegó a Rosario para estudiar administración bancaria. Hasta que gracias a un amigo de Colón consiguió probarse en Central Córdoba. Por aquellos años, el club rosarino jugaba en la B Nacional.
LA NOTA ES MÁS LARGA.... PERO VALE LA PENA... SI PUEDEN LEERLA COMPLETA...
Y TERMINA CON ESTE COMENTARIO:Al querido Guillermo, a nuestras familias,
a este maravilloso vínculo
y a esas estelas que sembrás, como buen peregrino.
Tu peregrinar es nuestro.https://www.infobae.com/deportes-2/2018 ... de-espana/