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Zelarrayán es como el cometa HalleyPirata. Fanático de la B, el humorista admira al chino. Y sostiene que el choque con River es un “clásico moderno”.
Una primera “Belgranización” en Buenos Aires y el país se dio por el fenómeno del Potro Rodrigo. Hubo una segunda oleada con el impacto nacional que significó mandar al descenso a River. Y ahora se da otro efecto similar por la popularidad de Yayo Guridi, el humorista que es fanático en serio del Pirata.
“Todos saben que soy un hincha de verdad. No me hice hincha de rebote, me crié al lado de la cancha y pasé por todas, por las penurias también, sabiendo que todo lo que consiguió el club le costó y se lo ganó. No me gusta que Belgrano tenga hinchas ‘outlets’, a mi no me la contó nadie, viví la historia del club del ‘83 para acá”, resalta José Carlos Guridi, quien se pone la camiseta con un “Yayo” en la espalda. El villamariense de 49 años que estudio Economía en la Universidad de Córdoba en los ‘80 y desde allí cuenta su pasión por el Celeste.
–¿Cómo te hiciste tan Pirata?
–Pura pasión. Si sos hincha de hinchadas, elegís el Flamengo, el Borussia Dortmund, el Corinthians. Si es por los títulos, el Real Madrig, el Milan, River o Independiente. Ser de Belgrano es muy particular, no te hacés hincha por haber ganado la Champions League. Es un hincha sufrido y eso lo hace más grande.
–Pasaste un verano vertiginoso con Peligro Sin Codificar en Carlos Paz. ¿Fuiste a la cancha?
–Voy a ir contra River. Se volvió un clásico de los tiempos modernos desde aquella Promoción. El Belgrano-River está entre los cinco partidos más vistos del fútbol argentino, no me lo pierdo ni loco.
–¿Cuál es el recuerdo de ese 26 de junio en el Monumental?
–No pude ir a la cancha de River. Si estuve en el partido de ida, en Alberdi. Más allá de tanta euforia, lo importante es que ese ascenso significó un mojón para seguir creciendo. El inicio de algo grande.
–¿Grande como ganar un título en Primera?
–Es un proceso largo, lento, difícil. Hay que morderse el labio, entiendo por ahí la impaciencia de la gente porque quiere algo más y hubo altibajos, como en parte de la campaña del año pasado. Además, va apareciendo mucho pibe en la formación y es algo para rescatar. El Chino, por ejemplo. Zelarán es como el cometa Halley, de esos que aparecen cada 75 años. En algún momento se tiene que dar un título, el club está encaminado.
–Olave hizo público que sueña con ser campeón con Belgrano...
–A todos nos sale el indio de querer salir campeones. Pero no somos el Barcelona, que gasta 500 millones de euros. En eso hay que darle la razón a Armando (Pérez). Lo conozco a Armando y no lo digo por compromiso, administra bien en serio. Y hay tres frentes para atender, con la Copa Sudamericana y la Argentina. El fútbol de Córdoba se merece un título y ojalá se lo de Belgrano. Santa Fe tiene cinco equipos en Primera y acá ni siquiera podemos jugar el clásico.
–¿Extrañás los partidos por los puntos contra Talleres?
–Por supuesto. Se tienen que jugar en Primera, con recaudaciones millonarias. Los clásicos hacen crecer a los equipos mutuamente, los motiva, los potencia. Y también hay que jugarlos con Instituto.
–Cuando Andrés Fassi asumió lanzó que Talleres sería la envidia de Boca y de River. ¿Tu opinión?
–Me dio risa. Son declaraciones de hincha antes que de un empresario o de un dirigente. Se lo comió el hincha. Es como si yo saliera a decir que vamos a ganar 10 títulos más que el Real Madrid.
–¿A quién te gustaría ver con la Celeste puesta?
–Ya lo vi al más grande, al Diego. Y me gustaría que volviera el Mudo Vázquez para jugar con el Chino.
Con muchos Amigos del fútbol y sin distinción de camisetas
Peligro sin Codificar es una de las obras elegidas por los futbolistas. Y todos, religiosamente, fotos con Yayo. “Nos vino a visitar el Picante y me regaló una camiseta. Somos amigos, cuando se casó me invitó y no pude ir”, recordó el humorista.
“Habló mucho con el Juanca Olave, es a quien llamo cuando voy a las concentraciones o a los partidos. También ya me comí varios asados con Zelarayán y tenía buena onda con Furch”, agregó.
un maestro