por cuifa » Lun Dic 04, 2017 3:58 pm
Perdido por perdido ya ves,
da lo mismo vivo o muerto,
pero tu alma es otra cosa,
tu alma es la que me mueve
tu alma es,
mi razón, tu alma es la fuerza.
El águila muerte siempre vuelve
y afina su aguda vista
hoy cualquiera puede morir,
sin saber como fue vivir
yo sólo espero, sin dormirme en mis sueños,
estar tan lejos, lejos de esta ignorancia.
Hoy que no hay tiempo que perder
que todo anda a reloj
que se destruye sin razón
y la vida muere en un discurso
y alguien se encarga de encerrarte
y otro prepara el fin del mundo
y tan lejana queda la esencia
que sólo el hecho de encontrarte para mí
le da sentido a mi vida.
Y es que sólo eso, sólo eso
despierta en mí el viento que todo empuja
sólo eso, sólo eso
que más puedo esperar, sólo eso.
Cuenta una leyenda escondida detrás de los últimos ladrillos que se fueron de la ex tribuna Hualfin que hay un fenómeno meteorológico desconocido en la manzana delimitada por Arturo Orgaz, La Rioja, Pasaje Hualfin y Tablada. Como el Gran Dorado o la Atlántida que nunca se pudieron encontrar y certificar su mítica existencia, delegaciones de científicos han pasado por ese territorio libre de Alberdi para tomar muestras y corroborar esta historia, sin éxito.
La leyenda dice que allí no sopla el viento. O bien, que no sopla el mismo viento que en los alrededores. Allí no hay viento, o el mismo cambia en función de lo que hagan los mamíferos que migran cada 15 días para depositar ahí todas sus esperanzas.
Como toda leyenda, están los que vivenciaron esas experiencias paranormales que la convierten en casi un dogma: dicen que una vez, en el año 2001, ese viento vino del norte y le acomodó la pelota a un riocuartense, a los 41 del primer tiempo, para que la acomodara de media vuelta y dejara a los de su equipo en primera y a los de la birra en la B. Otros rememoran lo ocurrido exactamente diez años después, cuando repentinamente el viento vino del sur y ayudó a que el cabezazo de un defensor fuera más rápido de lo que parecía y un delantero picante la empujara adentro del arco, y los millonarios se volvieran pobres.
"Pero no se llama viento", dicen los viejos. "Todos se confunden, pero se llama aliento. Es el aliento que todo empuja", se emocionan hasta las lágrimas.
No son afectos a hablar demasiado, salvo cuando les consultan sobre este fenómeno: "Como dice la canción de esos que renguean como yo con este bastón, perdido por perdido, cuando nos dan más por muertos que por vivos, el águila muerta siempre vuelve, de la mano de ese aliento que sale del alma, es lo que nos mueve, nuestra razón, nuestra fuerza".
Y siguen, como los que generan ese aliento que, como los fuegos de un volcán, cuando arranca, no para jamás: "Acá cualquiera puede morir, pero mamita si no estuvieron ahí en esas tribunas, ni en pedo sabrán lo que fue vivir. Acá, sólo el hecho de encontrarnos, les da sentido a nuestras vidas".
Es así, nada nos hará cambiar: en Alberdi todo el año es carnaval. En Alberdi está el aliento que empuja al arquero a volar un metro más de su capacidad, al defensor a rechazarla más fuerte, al volante a correr para adelante sin miedo, al delantero a clavarla en un ángulo.
El viernes, a las 21.30, un Huracán quiere provocar daños en Alberdi. Como tantas otras veces en la historia, el aliento que todo empuja, el aire de nuestras voces, será el viento que lo frenará. Sólo eso, sólo eso, que más podemos esperar, sólo eso.
¡VAMOS BELGRANO CARAJO!
Sdos.
Si el perro es manso come la bazofia y no dice nada, le cuentan las costillas con un palo a carcajadas!
Demasiados los moretones, muy pocos encantamientos, son tantos los cocineros que joden la sopa...