Por qué volver a Alberdi?
Porque Alberdi es pueblo, es nuestra esencia, la que resume lo que somos y sintetiza lo que fuimos, la que contiene el gérmen de aquello que seremos. Es la patria chica de un pueblo demasiado grande, es el centro donde confluyen todas las periferias, es el territorio libre de tranzas y arreglos de escritorio donde todos nos sentimos verdaderamente en casa.
Alberdi es la capital de esa gran nación celeste que cada día tiene más habitantes, que extiende los límites de sus dominios hasta el infinito, que conquista corazones a fuerza de pasión en los confines más remotos del planeta.
Alberdi es la tierra prometida donde todos queremos volver y de donde nunca nos quisimos ir, el lugar donde los sueños son posibles y en el que esperamos la llegada de nuestro Mesías.
Alberdi es lo más cercano al paraíso que he conocido, es un pedazo de cielo en esta tierra en el que todos queremos estar a pesar de nuestras miserias.
Alberdi es el coliseo donde nuestros gladiadores se hacen más fuertes, donde sacan pecho en la adversidad y se sienten invencibles aún ante el rival más duro, es el cuartel en el que nuestro ejército defiende con uñas y dientes la ilusión de una victoria o el sueño de un campeonato.
Alberdi es el templo al que toda la feligresía pirata concurre a la misa del domingo para unirse en una plegaria hecha canción, que por momentos toma la fisonomía de ruego para transformarse luego en una cerrada ovación. Alberdi hace que todos los creyentes de Belgrano renovemos nuestros votos de fidelidad, que demos testimonio de los milagros que este sentimiento produce en nuestras vidas y que logra que hasta aquellos hombres de poca fé decidan volver a la cancha después de una derrota.
Alberdi es la Meca a la que peregrinamos en masa para agradecerle a Belgrano por las emociones y todas las sensaciones que nos hizo pasar, para rogarle que ponga huevo y vaya al frente, y recordarle que aquí tiene el aliento de su gente.
Alberdi es un Gigante que cobra vida cuando sus tribunas se llenan, porque en cada escalón se sienten sus latidos, porque hace escuchar su voz a través de las miles de gargantas que entonan el himno con el que le juran amor eterno al Pirata, porque pareciera moverse y querer caminar cuando el cemento vibra y todo lo inerte tiembla.
En Alberdi el silencio pierde por goleada ante el grito ensordecedor de la multitud que se vuelve un eco que retumba en cada esquina y se replica en cada zaguán.
Ahí están las anécdotas de niñez de mi viejo, mis recuerdos de chico cuando iba solo a ver al Celeste y entraba a la Popu con algún desconocido, están las lágrimas que tantas veces se me piantaron recordando a mi abuelo cuando cantando un gol o festejando un triunfo miraba al cielo para dedicárselo y agradecerle una vez más el haberme hecho de Belgrano.
Alberdi es la mística de los laureles conseguidos, de las proezas que llenaron las páginas de nuestra historia, de tantos partidos devenidos en hazaña, de las viejas glorias que vistieron esta camiseta sintiéndola como su propia piel, es la impronta de la garra y el corazón que dejaron en su césped aquéllos titanes que se recibieron de ídolos y habitan en nuestra memoria colectiva.
Alberdi es revolución, es osadía, es el grito de libertad y rebeldía de los estudiantes que gestaron la reforma o que se alzaron contra la opresión resistiendo desde los techos de las casas en el Cordobazo. Alberdi es bohemia, es romanticismo, cuna y fuente de inspiración de tantos artistas que bosquejaron poemas o parieron canciones a la luz de su lunita, es el reino de la nostalgia donde se evocan los viejos tiempos de serenatas de verano, de kermeses en la Plaza Colón, de curdas de personajes trasnochados y del andar lento del antiguo tranvía surcando sus callecitas.
En Alberdi todo el año es carnaval, porque la pasión tiñe de celeste cada viejo paredón y manda el silencio al exilio para que el grito de gol se vuelva música, desate el festejo y contagie de alegría hasta el alma más apenada.
En Alberdi nuestros corazones laten más fuerte porque sentimos a flor de piel el orgullo de ser hinchas de Belgrano, porque nos unimos en una comunión perfecta que nos hermana en un solo latido y en un mismo aliento, porque ahí dejamos de lado las diferencias para coincidir en el amor a una camiseta.
En Alberdi no necesitamos de estrellas porque el cielo es nuestro, ahí creemos de verdad que Dios es de Belgrano y por eso son posibles los milagros, aunque siempre tengamos que sufrir para que se concreten.
Alberdi es nuestro lugar en el mundo, es nuestra identidad, lo que nos dá sentido de pertenencia, lo que nos define como hinchas, lo que nos diferencia de aquéllos a los que no les queda otra que sentirse locales en una casa que no es suya, lo que nos congrega como miembros de una misma familia que a pesar de los sueños postergados no deja de alentar y sigue fiel a sus colores.
Alberdi es el lugar donde me siento vivo, donde el tiempo se detiene y todo parece volver atrás, cuando me siento por un instante otra vez aquel chico pegado al alambrado que seguía a su equipo en las épocas de eterna postergación.
Alberdi sos vos, soy yo, somos todos nosotros, son los que ya no están pero también los que están por venir, los que fuimos, somos y seremos hinchas de este glorioso club, Alberdi es nuestra marca registrada, nuestra carta de presentación.
Alberdi es el pasado y los recuerdos, pero al mismo tiempo es el futuro y las páginas de gloria que están por escribirse.
Volver no sólo es un viejo sueño y un anhelo largamente esperado, volver es también una necesidad que tenemos todos, que sentimos en nuestra fibra más íntima, que nos aprieta el alma y nos toca el corazón.
Volver es una realidad que construiremos entre todos, a lo Belgrano, renovando el compromiso con esta causa, redoblando el esfuerzo y el apoyo incondicional de los de siempre y también de los que están por sumarse en la convicción de querer ser protagonistas de un hecho histórico, y no meros espectadores de lujo.
Volver es la consigna. Sumate!