La despedida de la Primera División para Belgrano fue de la manera en la que jugó toda la temporada 2018/19: Lo hizo como un equipo que no respetó la historia, que no fue capaz de ponerse el overol y luchar en todas las canchas, se despidió dejando la sensación que estuvo derrotado mucho antes de que el marcador final se sellara en favor de Lanús 2 a 0.

Este final de ciclo para muchos de los de corto es una crónica anunciada, porque ya en lo que viene no estarán los que esta tarde en la Fortaleza pasearon por el terreno, como esperando que todo llegue a su fin de una vez por todas para poder dejar Córdoba.

La “piedra en el zapato” que fueron estos dos partidos con el Granate deberían ser también el punto de partida para el rearmado del Celeste de cara a la B Nacional 2019/20.

Fue molesto jugar los encuentros para los futbolistas, los dirigentes (más allá de las monedas que quedaron) y que hablar de los hinchas, quienes quisieron maquillar su dolor llenando el Gigante hace una semana y haciendo el aguante en la tarde de hoy. Pero la verdad es una sola: el equipo jugó para descender desde agosto del año pasado y no falló en su andar.

Ahora es tarea de los dirigentes frenar la rodada cuesta abajo. Volver a encontrar la manera de jugar “a lo Belgrano”. Acomodarse a lo que viene, trabajar para enderezar el rumbo y entender que no “sobra” nada para lo que se avecina, porque para regresar a Primera hay que hacer las cosas bien, saber que no le alcanzará con un más o menos y no hablar de “hacer lo que se puede”.

Casi ocho años codeándose con los grandes llegaron a su fin en Lanús, donde hace 20 días también mostró estar descendido de la cabeza y perdió aquella tarde 3 a 1. Ahora, Jorge Franceschi y sus pares de comisión tienen la obligación por la gente y el club, de acomodar todo para empezar a buscar el regreso.