Se publica
una nota de Matías Suárez en Mundo D y los hinchas de Belgrano reaccionan en todos los sentidos. Es un asunto de
máxima susceptibilidad en un contexto de necesidad y urgencia deportiva.
Están los que insultan al jugador por haberse ido a River a 10
fechas del final de la temporada.
Están los que le desean lo mejor a “el Oreja” y entienden que la oferta
económica era lo mejor para él y su familia.
En ese vaivén de sentimientos, hay un par de
obviedades que se pierden de vista.
Es algo común en el fútbol. Y que el periodista marque algunas de esas
obviedades pone a ese periodista en el lugar de “anti” o de “pro”, según esa
dualidad emocional que están mostrando las masas celestes.
Vamos por parte.
“Yo
todavía tengo sueños”, dijo Suárez después de marcar su gol en el 4-0 de River
sobre Godoy Cruz. Y sonó a “Belgrano hoy no tiene sueños”. Y sí, hoy Belgrano no está soñando. No puede. No es que
no quiere, no es que olvidó esos sueños.
No, no, Belgrano está centrado en el ahora.
Belgrano hoy tiene una urgencia: es salvarse del descenso. NO importa otra cosa. Cuando resuelva eso, cuando logre quedarse en
Primera, volverán los sueños, que nunca dejan de estar.
Suárez aceptó la oferta de River porque le da
más que Belgrano. El “le da más” no es que Belgrano “no tiene nada” para
darle. Era el mejor contrato del
plantel, era el mimado de la hinchada. Que Belgrano no puede darle más que
River es una verdad que no debe ofender a nadie.
River está varios niveles por encima de
Belgrano en potencial económico y deportivo. Es el orden del fútbol
argentino, lo que merecería un
debate de mil páginas sobre si es el orden correcto.
Sigamos.
Belgrano,
OBVIO, no está mal como club. Sigue siendo un club modelo con tremendo predio y
condiciones de primer nivel. Con
buena fama con representantes y respetado en general. Pero no es River por la
lógica “del orden del fútbol argentino”. Córdoba no es Buenos Aires en fútbol
(perdón por la obviedad, pero la nota pretende visibilizar lo perdido de
vista).
No hay nada que la dirigencia de Belgrano
pueda darle a Suárez para equiparar lo que puede darle a River porque los
presupuestos son diferentes. ¿Eso hace a la dirigencia de Belgrano una mala
dirigencia? No, claro que no. Si la dirigencia hiciera locuras sería
grave. Y esta dirigencia nunca ha hecho locuras.
“Que Pérez ponga plata”, es una queja común en
los críticos del modelo de gestión de Belgrano. Tampoco es solución. Armando
Pérez la puso con Chelo Delgado, Cuqui Silvera y otros tantos casos más. Y la
suma 2+2 no dio cuatro.
Que le
erran a los técnicos, “que Bernardi”, “que este”, “que aquel”. Esas son otras
quejas comunes en el foro pirata de las redes sociales y también en los
comentarios en las notas web. Memoria, señores. Cuando llegó Zielinski de un
Patronato en zona de Promoción para caer al Argentino A, todos pensaban que
Pérez y compañía estaban metiendo la pata. A mediados de 2011, con el ascenso
ante River, Pérez “era un visionario”.
Las cosas como son. Belgrano tiene de director
deportivo a una persona que sabe lo que es Belgrano. Nadie puede
cuestionarle a Juan Carlos Olave su lealtad y amor por la camiseta. Y hay más: el presidente Jorge Franceschiganó con una abrumadora ventaja las elecciones.
El socio vio en él a la persona adecuada.
Franceschi está desde la hora cero con Pérez. O sea, Belgrano tiene en su
conducción a dirigentes REPRESENTATIVOS y CONOCEDORES en la materia.
Vamos terminando.
Como es fútbol y como pasa con los que están
en el campo de juego, y como pasa en cualquier profesión, a veces se acierta y
a veces no. Que Belgrano esté apretado deportivamente como está hoy,
es algo que también tiene a Suárez en la foto. Suárez jugó en las peores campañas, en las que llevaron
a esta situación actual.
Como pasa
en la vida, a veces las necesidades de uno y otro no coinciden. Y ese es el asunto con Suárez y Belgrano. Para algunos
Suárez será un “cagón” que se bajó del barco; para otros, hizo lo que era mejor
para él y su familia.
Dualidades al margen, la verdad más grande es
que Belgrano es más que cualquier nombre propio. Ni Suárez “es un
criminal”, ni los dirigentes “no saben nada”, ni el equipo “no tiene nada”.
Belgrano tiene épica, siempre la ha tenido. Y
la necesita en los nueve partidos que quedan en la Superliga. Belgrano ha estado
antes en situaciones límites como esta.
Y las superó. BELGRANO ES BELGRANO. Los hinchas saben de qué hablamos. Es una
obviedad.