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¿Será el punto de la refundación para Belgrano?

La Voz del Interior | 06/11/2017


Cinco partidos completos, más casi un tiempo: en total, 494 minutos. Ese es el tiempo de juego transcurrido sin que Belgrano pueda hacer un gol. Es mucho, demasiado para un Pirata que ya no puede hacerse el desentendido con los promedios, y que necesita imperiosamente volver a sumar de a tres, algo que no ocurre desde la tercera fecha de esta Superliga.

Por el horario, el público (que esta vez no llegó a colmar el estadio) fue llegando sobre la hora, con el almuerzo atragantado. El clima también fue diferente. Desde antes de que comenzara el partido, la gente se encargó, con sus cánticos, de hacerle saber a los jugadores que debían hacer su parte: “poner huevos”.

Ese pedido quedó saldado cuando el polémico Mauro Vigliano decretó el final en Alberdi, sentenciando el 0-0 entre la “B” e Independiente (tercer partido consecutivo con ese marcador en el remozado estadio pirata). Sin embargo, aunque nadie pudo reprocharle al equipo falta de actitud, fue imposible que los espectadores disimularan la preocupación por lo poquito que viene ofreciendo el equipo a la hora de jugar, lo que se traduce en casi nada si se cuentan las situaciones para convertir.

“Uno nunca puede irse conforme con el empate cuando juega de local, pero por lo menos me voy más tranquilo. Sí me quedo conforme con el esfuerzo que hicieron los jugadores. Es un inicio de lo que empezamos a querer nosotros para el equipo”, comenzó diciendo Pablo Lavallén en la conferencia de prensa postpartido.

No es para menos: en su debut, Belgrano había dejado una imagen raquítica que ayer, ante su gente, se vio bastante fortalecida, al menos en el aspecto anímico.

Pisa la pelota

Tranquilidad es, justamente, lo que transmite Lavallén. A diferencia de su antecesor en el cargo, Sebastián Méndez, el exdefensor de River vive los partidos sin gestos ampulosos ni gritos, aunque tampoco deja de dar indicaciones.

Fue él mismo quien quiso sacar la actuación de Vigliano de cualquier análisis que pudiera hacer sobre lo acontecido en el terreno de juego. “Del árbitro no opino. Son personas. A veces aciertan y otras se equivocan. La percepción en la cancha es bastante parcial. Me parece que hubo una mano de Amorebieta, pero eso se lo dejo a ustedes”, le dijo a los periodistas.

Lo que sí explicó Lavallén fue el cambio que sorprendió a todos: la salida del incisivo Jonathan Ramis para que ingrese Fabricio Brener.

“Le quise dar un poquito más de velocidad. Me parecía que, por el lado de Jonás Gutiérrez, podíamos generar más ataque con un jugador más fresco. Nos inclinamos por Brener porque lo vimos bien en la semana”, contó, descartando que la salida del uruguayo haya tenido que ver con el manifiesto enojo que tenía con el árbitro y que le terminaría costando la expulsión, ya sentado en el banco de suplentes.

“Este es un punto de partida. Me gustó la entrega, la disposición de nunca renunciar al ataque, la concentración y el orden, porque las desatenciones fueron pocas. Hay que mejorar la llegada, el circuito de juego... Les dije a los jugadores que este es el piso de lo que queremos para Belgrano. Con este compromiso van a empezar a llegar los resultados”, dijo Lavallén, marcando su deseo de que el partido de ayer fuera la piedra basal del equipo que pretende edificar.

Claro que, en el medio, hay mucho por hacer. “El fútbol no es juntar 11 jugadores para que toquen la pelota, tiene un poquito más de profundidad. No es mágico. Hay que seguir trabajando para minimizar los errores y maximizar las virtudes”, dijo el DT antes del “buenas tardes” con el que se despidió sin drama, sin enojo, marcando un camino de sensatez que todo Belgrano debe transitar en estos tiempos de goles ausentes.


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