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Belgrano: ¿Seguir probando o volver a las fuentes?

La Voz del Interior | 03/04/2017


Belgrano está llegando al final del proceso más exitoso de su historia deportiva. Dos veces llegó apenas atrás del campeón; tres veces jugó la Copa Sudamericana; por supuesto que antes de todo eso provocó el descenso de River Plate y su propio ascenso a la Primera División. Lo suyo ha sido un esplendor reciente que lo colocó a veces a la par de las grandes luminarias, pero que definitivamente lo instaló con luz propia en el mapa futbolístico del país.

Ese proceso se inició a partir de una gran crisis, la que lo había llevado a ser último en la Primera B Nacional y la que, de no haber sido revertida, hubiera transformado a Armando Pérez y a su gente quizá hoy en un ingrato recuerdo. Pero el mandatario zarandeó con prudencia el cóctel de intuición, amistad y azar al elegir a Ricardo Zielinski, y a partir de ese momento todo se encarrilló.

Aquel hincha de Belgrano sufrido, acostumbrado a revolverse en resultados inciertos y a posiciones oscuras pasó a tener el impensado bienestar que le ofrecían buenas campañas y el consecuente desahogo en materia de resultados. Por un lustro en Belgrano se dejó de pensar en el descenso. En la cabeza de todos se liberó esa presión histórica, emparentada a rendimientos discretos, a recorridos con altibajos.

A la par de esta evolución, el simpatizante, sin pretender el sabor gourmet, pasó a tener un paladar más exigente. “El Ruso” sacaba buenos resultados pero el equipo no era tan ofensivo. Su juego utilitario producía réditos en los números pero no en las imágenes. De pronto la gente empezó a pedir más. La vara en Alberdi subió varios metros. De ser un club casi desquiciado 15 años atrás empezó a tener las exigencias de esa media docena de clubes que sí o sí en cada campeonato debe ponerse al frente en la línea de largada.

Hoy Belgrano en la cancha vuelve a tener esa imagen que precedió la llegada de Zielinski. Confundido y más derrotado que nunca, el equipo cae ante quienes poco tiempo atrás se erigía con pose victoriosa. En Arturo Orgaz y La Rioja ya no sale el sol con tanta frecuencia. Y el hincha ya lo hace notar.

Ya sin Leonardo Madelón como DT, sea quien fuere el entrenador de Belgrano a esta hora deberá renegar con un grupo que tiene una buena parte de hombres distintos a los que conducía Zielinski y que en conjunto han perdido esa solidez que los hacía poco franqueables. Ese bloque casi militar de defensores y mediocampistas, yendo y viniendo en estricto orden, poco atractivo para la vista, pero triunfante al final, ha desaparecido.

Esteban González distendió esas líneas tratando de darles más libertad en la generación de juego. Madelón continuó esa tendencia. Desde hace un tiempo Belgrano mira más el arco rival pero ha olvidado el celo de cuidar el propio. Ya Velázquez no vuelve a posiciones defensivas con tanta celeridad luego de picar por sorpresa atrás de Bieler casi como un centro delantero. Ya Farré no tiene a “Teté” para presionar y morder el tobillo del mediocampista adversario, esa función que en dupla hacían a la perfección y que con igual tarea de los volantes laterales le daban a la defensa una tranquilidad invalorable.

¿Será necesario un regreso a las fuentes? Los jugadores que no vivieron aquel proceso, ¿lo aceptarán? ¿O la apuesta se mantendrá aun navegando en la incertidumbre? El entrenador que se hará cargo tendrá la difícil misión de lidiar con un panorama inusual: una muy floja campaña, una desacostumbrada impaciencia de la gente, los dos clásicos contra Talleres y un acto eleccionario que en sí mismo es un gesto de madurez democrática pero que condiciona decisiones para el futuro. La necesidad es despoblar rápido de nubes un cielo acostumbrado a lucir la limpidez del Celeste.


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