El 18 de diciembre pasado, Juan Carlos Olave resolvió alejarse de la actividad profesional del fútbol y se despidió de Belgrano en un estadio que lucía a pleno. El arquero, que jugó 382 partidos con la casaca del Pirata, dejó su puesto y por mucho tiempo el “1” en la “B” será referencia directa sobre él.
Con la partida de “Juanca” se reordenaron los arqueros del plantel y el histórico número de la camiseta del guardameta fue a para a las manos de quien es hoy el tercer guardameta del Celeste: Santiago Rosa.

Para el juvenil de 20 años, quien hasta junio alternó entre la cuarta de AFA y la reserva, llegar al plantel superior del Pirata parece un sueño que se empieza a hacer realidad.
Olave se alejó, antes se habían ido a buscar minutos en otras latitudes César Rigamonti y Pablo Heredia, entonces la puja por la valla quedó entre Montoya y Acosta. Y Rosa pasó a ser el tercer guardameta del plantel y recibió la “1” para usar.

“Es un orgullo poder tener la camiseta que usó Olave. ¡Y hasta su lugar en el vestuario me dieron! Es muy lindo y espero estar preparado si me toca jugar”, sostiene Rosa.
Cuando era apenas un chico de 11 años y muchas ilusiones de ser futbolista, vino a Villa Esquiú con algunos amigos y no pudo superar una prueba.

“Me probé de nueve, era horrible. Así que no había chance que pasara. Allí mismo nos fuimos a Racing y decidí probar al arco, lugar en el que mi viejo me decía que tenía que jugar. Y por suerte quedé”, agrega.

El guardameta estuvo cuatro años en la Academia de Nueva Italia y a los 14, fue tentado por River Plate y se mudó a Nuñez.
“Allá me vio ‘El Pato’ Fillol y me dejó. Estuve cuatro años y compartí categoría con Augusto Batalla... Pero estaba difícil conseguir minutos y por intermedio de Hugo Matea (DT de la cuarta de la “B” hace algunos años, hoy técnico de Estudiantes de Río Cuarto) conseguí una nueva prueba y regresé a Belgrano”, agrega Rosa.

“El primer año aquí me costó muchísimo, porque era quinto arquero en cuarta. Pero por cabeza dura se me fueron dando las oportunidades y empecé a sumar minutos”, dijo.
Algunas veces Rosa y Olave se cruzaron: “Fue muchas veces a ver las inferiores y tuve la suerte de entrenar con él. Es una gran persona que me dio muchos consejos”.

“Ojalá la camiseta me de suerte y pueda hacer una carrera como la que hizo él. Sería bárbaro, me toca usar la “1” y es un orgullo”, dice el arquero que por ahora juega en reserva.

Es un momento especial en la carrera de Rosa, porque comparte vestuario con los profesionales y todos los días puede aprender algo nuevo: “Siempre se aprenden cosas. Compartí la concentración con Germán (Montoya) en Chile y todo lo que me decía y me contaba fue muy importante para mí”.

“De chico tuve que dejar mi casa y muchas veces se extraña muchísimo, pero uno está detrás de la ilusión de ser jugador de fútbol. ¿Qué espero del fútbol? Jugar en Belgrano, es lo que quiero y lo que sueño”, concluye Rosa.

La histórica camiseta de Juan Olave con el “1” en el dorsal está ahora en las manos de un juvenil que cargado de ilusiones espera su oportunidad de lucirla en un juego oficial. Su papá Walter, su mamá Patricia y su hermana Andrea, sueñan a la par.