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Los que felicitaban y abrazaban a Romina Gómez el sábado en la cancha de Juniors jamás entenderán por qué la “10” de Belgrano decía que estaba “cansada”, mientras sus compañeras festejaban un campeonato más.
Esa palabra la dice cualquier jugador tras un partido. “Hicimos un gran esfuerzo”. “Dejamos todo”. “El equipo terminó con un gran cansancio”.
Romina Gómez, la mejor jugadora del fútbol femenino cordobés y la figura de Belgrano en esa final anual de Liga Cordobesa ante Bella Vista, que el Pirata ganó 4-1 (con cuatro goles de ella), estaba cansada de verdad.
se sábado se había levantado a las 5.30. Porque había que empezar a amasar y poner en marcha la humilde panadería que lleva adelante junto a su mamá Fresia y que funciona en su casa, en barrio Ciudad de Los Cuartetos.
"Desde hace cinco meses, cuando falleció Carlos, su papá, “la Pepa” tuvo que tomar el comando de la familia y hacerle frente a la vida. Porque no quedaba otra."
A sus 26 años, esa misma chica petisita que lleva la “10” de Belgrano en su espalda y las rivales ven pasar, estaba exhausta. Porque amasó, cocinó y vendió los primeros criollos calentitos de la mañana a sus vecinos, antes de ponerse los botines y volver a demostrar que ninguna mujer juega como ella en la Liga Cordobesa.
“El día de la final, me levanté a las 5 y media de la mañana para hacer todas las tareas y quedar liberada. A las 8 y media estábamos citadas en la cancha de Juniors, porque jugábamos a las 10. Mi entrenador me dijo que iba a hacer dos goles. ‘No, voy a hacer cuatro’, le dije. Resulta que hice cuatro. Estaba feliz, pero muy cansada”, cuenta “la Pepa” ante Mundo D.
Y porque aprendió a jugar al fútbol en el potrero y con los chicos del barrio. “Antes vivía al frente del Estadio Córdoba. Me crié con los chicos, con la pelota, en el potrero”. La empujaban, se raspaba las rodillas. Y siempre se levantaba para gambetear una vez. Lo mismo que hace ahora, en la vida y en la cancha.
“Lamentablemente hace cinco meses falleció mi papá Carlos y me tuve que hacer cargo de la casa y salir para adelante. No quedaba otra. Somos cinco hermanos, dos mujeres (Gisele y Ángeles) y dos varones (Gonzalo y Aldo). Los dos varones viven con nosotros. En la panadería estamos mi mamá y yo”, aclara.
“Desde que mi papá empezó con la panadería en mi casa, hace cinco años, yo estaba siempre con él. Le decía que me enseñara. Él me decía: ‘Vos, mirá’. Yo miraba y fui aprendiendo, y de caradura me largué. Ahora los criollos me salen bien (risas). Hago criollos, facturas, especialidades... A los clientes les gustan”.
Gómez trabaja de lunes a lunes en su hogar y se hace un tiempo para entrenar junto al equipo de fútbol femenino de Belgrano tres veces a la semana. El club, conociendo su situación económica y lo especial que es para el equipo, le da un viático para ayudarla.
Trabajar y jugar
“A mí la panadería me lleva todo el día y para entrenar me hago un lugarcito. Porque siempre quiero estar... Las chicas saben que a veces llego tarde, pero es porque yo tengo una responsabilidad muy grande, lo hago sola y me entienden. Me levanto a las 6 de la mañana, atiendo mi panadería, elaboro, hago todo. La panadería no es fácil porque es de lunes a lunes. Para ir a entrenar, le cambio el turno a mi mamá, ella se queda en la panadería y yo me vengo a Villa Esquiú”.
Romina llegó a Belgrano hace 11 años por invitación de unas amigas y fue un flechazo. Se enamoró del club, al que considera su casa. Y desde que existe en la Liga Cordobesa de Fútbol la categoría femenino, “la Pepa” ha sido la gran figura de un Pirata que arrasa cada fin de semana. Y en este 2016 volvieron a ser campeonas.
“Me charlan las chicas, pero yo soy una más. Acá somos todas amigas. Es muy lindo el grupo. Es un logro enorme salir campeón invictas. No hay palabras para explicar lo que se siente”.
Y tan adentro de su corazón se ha metido Belgrano, que cada partido ocupa su lugar en la platea Gasparini para ver al Pirata en los partidos de Primera División junto a su amiga Anita, la que la acompaña al Kempes cuando juega la “B”.
El predio de Villa Esquiú le queda a unas pocas cuadras de su hogar. Por eso “la Pepa” dice que Belgrano “es su casa”. No hay que tomarse colectivos ni viajar mucho para dejar la panadería y ponerse los cortos para hacer lo que ama. Va caminando, para tener la pelota bajo su suela. Y reír.
“Belgrano es mi casa, es todo. No quisiera irme a otro club. Belgrano está al nivel de Buenos Aires, en instalaciones, en juego. Estoy muy cómoda acá”, repite.
Mientras tanto, sus sueños de progresar la obligaron a retomar los estudios. Y, si todo marcha bien, el próximo año terminará el secundario, que está cursando en un colegio nocturno de su barrio.
“Ahora a la noche estoy estudiando y cursando, tomé la decisión de lograrlo. Cuando era chica, por el fútbol, lo dejé. Ahora quiero terminarlo. Me queda sexto año nada más. Es medio complicado todo, es muy sacrificado la panadería, el fútbol, el estudio. El cuerpo no responde cuando venís a entrenar, ya es con otras ganas. Siempre está ese cansancio de por medio. Pero mi amor por el fútbol y Belgrano siempre puede más”.Mientras tanto, su talento empieza a ser observado afuera de Córdoba. Hoy, Romina viajará a San Juan para una concentración con la selección argentina femenina de futsal, con vistas al Mundial en España del año que viene.
Ella se lo cuenta a sus vecinos, mientras les vende los criollitos calentitos y algunos no le creen. Ahora los que la felicitan a Romina Gómez después de otro triunfo con Belgrano sabrán por qué a veces dice que está “cansada”.
Pero no tengan dudas: va a seguir remando.
Así juega la "Pepa" Gómez, goles y jugadas:
