Loguearse | Registrarse
El amor más allá del fútbol
18/10/2016 10:03hs
Maximiliano Martín | PortalCeleste
maximartin@portalceleste.com.ar


¿Existe? A nuestro entender si. Las muestras y ejemplos de esto en cualquier escala sobran. Y aquí vamos a republicar una historia única. Fuerte. Que te tocará el corazón seguramente, pero que te llevará a reflexionar y replantearte muchas cosas. El autor, además de contarla, intenta compartir estas historias y vidas "atrás" de la cancha y que de una u otra manera hacen a lo que es Belgrano. Disfrutala.

EL NENE DE LA HABITACIÓN 203
Por Nono Arbulú

En el año 2008 con clásicos a una sola hinchada, Talleres decidió hacer un canje de pañales por entradas para intentar llenar el viejo Estadio Chateau Carreras. Todo lo recaudado iba a ser donado al Hospital de Niños. Hasta aquí, uno, o ´el´ dato de color. Ahora viene lo importante: cuando los propios jugadores albiazules fueron a hacer entrega de las donaciones, fueron bien recibidos a lo largo y a lo ancho del hospital, pero les fue completamente imposible ingresar a la habitación 203 de la pastilla de oncología; un nene, a los saltos en su cama y al grito de “¡acá no entran gallinas!”, fue el encargado de ponerle una barrera a Lussenhoff y a los suyos. No fue una picardía, ni una travesura, fue una contundente declaración de principios: Acá, No. Yo soy de Belgrano.

Cuando nos enteramos por el diario de lo sucedido, con un grupo de amigos decidimos organizar una movida para llevarle algunos regalitos y a visitarlo, o sea ¡¿cómo iba a pasar desapercibida semejante hidalguía?!.

Así conocimos a Facu.

Compramos una camiseta y otras chucherías del Pirata, le hicimos una bandera, y conseguimos una pelota firmada por todos los jugadores. A la semana, estábamos al pie de su cama como si fuéramos los Reyes Magos. La verdad es que al llegar, la descripción del niño inquieto, saltimbanqui, que recopiló el diario, poco coincidía con lo que veíamos. Facu, apenas podía abrir los ojos… Estaba saliendo de una sesión de quimioterapia. Igualmente, a medida que nos fue viendo parte de los suyos, y a fuerza de cositas celestes, hechizado, empezó a levantarse. Nunca me voy a olvidar cómo agarró la pelota, y empezó a contemplarla mientras lentamente la giraba y miraba cada una de las firmas de los jugadores. Le brillaban los ojos, como si tuviera el sol en las manos, y no le entraba la sonrisa en la cara. Creo que yo nunca en la vida llegué a ese nivel de felicidad que nos esgrimió Facu en ese momento, o al menos no todavía.

A medida que pasaron las semanas, continuamos con las visitas. Fueron los jugadores a verlo, en algún alta fue a la cancha, a los entrenamientos, y conoció a su ídolo Olave. En esa hora de visita que teníamos, íbamos a jugar, literalmente. Creo que la pasábamos mejor nosotros que los chicos de la pastilla. Juegos de mesa, play, merienda y encima nos pagaban con rostros llenos de alegría. Yo, que alguna maña me daba con el lápiz, lo dibujaba atajando un tirolibre. Y Facu se reía. Siempre.

Pero lógicamente, había días más tristes. Los tratamientos, las recaídas… a veces llegaba la enfermera a desalojar la habitación con una inyección, y recién ahí volvíamos a tener conciencia de que Facu era solamente un nene, porque lloraba cuando veía la aguja. Y digo “recién ahí”, porque el resto del tiempo él era un superhéroe para nosotros. El tipo jugando después de una quimio, como si nada, cantando a viva voz su canción preferida “cuando yo me muera, yo quiero que mi cajón, sea color celeste como mi corazón”. Él y su familia, estoicos. Porque cuando tomábamos un poco de conciencia, no podíamos entender cómo hacían esas familias, esos nenes, para sacar fuerzas de donde no había. Está prohibido bajar los brazos en la pastilla 200 del hospital. Cuando escuchás las historias que hay en cada habitación, te sentís tan desagradecido… el padre que todavía no conocía a su segundo hijo porque mientras su mujer paría en James Craik, él le hacía compañía a su nena y veían las fotos del hermanito por mail; médulas incompatibles para transplantes, el pelo que se cae, los pocos recursos, la falta de camas, familias de 6 hermanitos que no pasan los 10 años y, las prioridades… ¿cómo les explicás a un nene que lo poco que hay es para uno solo?. Pareciera que a propósito todas son pálidas. Pero ni se inmutan, siguen buscando rayitos de luz en la covacha. Fue ahí cuando empecé a creer en el poder curativo de la sonrisa: los médicos nos contaban que Facu había evolucionado un montón, y que había tenido un giro de 180º anímicamente.

Pasaron los meses, y una fría mañana me llamaron al celular. Agustina, una de las chicas que trabajaba en el hospital, en medio de lágrimas me contó que Facu estaba mal y que nos necesitaba. Fue la primera vez que pedí permiso para irme del trabajo. Llegué, y desde la ventana vi a nuestro superhéroe con suero y respirador.  Su mamá de un lado, y el papá del otro, agarrándole una mano cada uno. Lágrimas sobraban. Afuera habíamos llegado algunos  sin saber qué hacer. Yo no sabía si entrar, si quedarme afuera, si hacerle un dibujo o armar el yenga… en medio de la confusión, y frente a mis ojos Facu dio su último suspiro.

Después de darnos un abrazo, y ayudar a levantarnos del piso, nos despedimos. Nunca más volví a ver a esa madre desolada. Ni a esa familia, ni a esas enfermeras. Ni siquiera volví a esa pastilla del hospital. La enfermedad no sólo le ganó a Facu, nos ganó a todos.

Con el paso del tiempo entendí entonces, que yo no había sido el que llegó a la vida de Facu para intentar alegrarle los días; sino que fue él, el que llegó a la mía a enseñarme que quizás no era tan importante que no me contestaran un mensajito, que me desgarrara antes de un partido, o que discutiera con mi novia. Me dio una lección de cómo pararme ante la vida, ante los problemas; pero sobretodo, a pelearla con una sonrisa.

Después de la  angustia, por suerte tuve la lucidez de comprender rápidamente, sin buscar tantas explicaciones, que Facu se fue para allá porque ya nos lo había aclarado muchas veces… a él le gustaba mucho, pero muuuucho, el color Celeste.


Extraído de Mané Bené https://manebeneblog.wordpress.com/2016/10/12/el-nene-de-la-habitacion-203/.
9089 vistas

COMENTARIOS

Usuario: Anonimo
Comentario:
Anti-spam:
Para validar tu comentario completa el siguiente captcha:

Usuario Registrado Anonimo - 186.143....
Gracias d corazón x haberlo hecho tan feliz su último año... Volver a escucharlo cantar en el vídeo una canción para Belgrano es muy fuerte para todos lo q lo extrañamos!! Gracias x seguir recordándolo!
14/11/2016 20:54

Usuario Registrado Anonimo - 186.138....
No puedo parar de llorar...Dios santo
23/10/2016 01:56

Usuario Registrado Anonimo - 181.117....
Que emocionante historia
18/10/2016 12:49

Usuario Registrado Anonimo - 186.153....
gracias!!!
18/10/2016 11:57

 
MÁS NOTICIAS
Mensajero