Trabajador como pocos este Belgrano, laburante, no le va a sacar el hombro al entusiasmo de su gente, que se motiva con la ampliación del Gigante y acuna un sueño igual de inmenso: pelear el título. Y aunque en las últimas fechas antes del receso habían sido más de cal que de arena, ante Argentinos demostró que su estructura está intacta.

Cada uno aporta su granito de arena para poner manos a la obra, ladrillo por ladrillo. El equipo del Ruso Zielinski es pico y pala, y el proyecto del DT tiene cimientos porque el club le otorga bases sólidas. 

El técnico cuenta con un capataz como Olave para empujar desde atrás, y otro como Farré para mandar desde el medio. Obreros y mano de obra especializada en las dos puntas, con Rigoni, Velázquez, Saravia y el Tirri Escudero. Más un aporte calificado como el de Prediger, que tiene el plano de la cancha en su cabeza.

Y además, un arquitecto fino y de estilo, un creativo como el Chino Zelarayán, capaz de levantar paredes y aplausos en la misma proporción. 

A esta dotación se agrega Claudio Pérez, hombre asociado a la "demolición" en una zaga ríspida que compone junto a Lema, pero que también sabe diseñar desde su pegada tiros libres como los que maquetó en Junín y ante Argentinos en el Kempes, para ser un defensor efectivo en las dos áreas. 

Belgrano tiene un plan, el proyecto ambicioso de remodelarse, y su público coopera en el cofinanciamiento porque por muchos años llevó sobre sus espaldas la carga de no mezclarse entre los mejores, y ahora colabora gustoso poniendose al hombro las bolsas de cemento que sean necesarias. 

Ampliarse es la consigna, en su capacidad, en su horizonte, en sus deseos. Ser grandes. Y todos van detrás de un sueño Gigante.