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“Ojalá sea presidente hasta que me muera”

La Mañana de Córdoba | 29/06/2015


 

"Hubo un momento en que dada mi posición quería ayudar. Es más, había estado con (Francisco) Mentesana (N. de R.: extesorero y vicepresidente) y lo ayudé comprando diez mil entradas... Pero cuando me mostraron los números les dije ‘ustedes no tienen salida. Esto no resiste’... y cinco meses después se cayó todo”. Muy pocos recordaban esa acción, cuando la comisión directiva no tenía ni para el café. En los albores del 2000, el hombre en cuestión era Armando Pérez. El 18 de setiembre de 2001, Belgrano se iba al infierno por una deuda de 20 millones de pesos. A último momento, allá por 2002, Norberto Castaños encabezaba un grupo que compraba el pliego de gerenciamiento. “No me quise meter porque visualizé que en el medio estaban los mismos de siempre como el fiduciario (José) Rufeil que estuvo muy cerca de (Gregorio) Ledesma. Y además en el primer gerenciamiento, había gente de Talleres...” sostuvo Pérez. Pero el 29 de junio de 2005, el empresario de los cosméticos se hacía cargo de Belgrano o de lo que quedaba de Belgrano. “Es que me volvieron a buscar y me hicieron pagar... el único boludo que fue y compró la sociedad fui yo. Primero un porcentaje, Rufeil me volvió loco. Con él negociaba los porcentajes entre la empresa y el club y al final compré todas las acciones”, destacó Pérez. Diez años se cumplen hoy de la llegada de Armando Pérez a Belgrano. Y PODIO habló con el mismo presidente celeste que dejó temas para debatir y un título de nota muy fuerte.
- La verdad... ¿era consciente adónde llegaba?
- ¿Sabés lo que pasa? Un club es plata y tenés que llevarlo como una empresa, no se puede mirar de otra forma. El primer plan fue de infraestructura para poder tener un capital porque el proyecto era trabajar como en una empresa y cuando se habla de proyecto, nadie tiene idea de lo que se habla... Hoy Talleres, por ejemplo, es un ejemplo de cómo debe funcionar un club. Demostramos que somos capaces de llevar adelante un proceso que mantuvo de pie a Belgrano, aunque no sé si hubiera muerto porque otros clubes quebrados siguieron como si nada, y Belgrano pagó toda su deuda.
- Pero alguien lo debe haber tratado de parar para que no se meta en esto.
- Sí. Mis amigos me dijeron que estaba loco. Y meterme en Belgrano me hizo sufrir consecuencias comerciales en mi empresa. Gracias a Dios pudimos enderezarla, hoy estamos gozando de mucha salud pero se usa también en mi contra. Hoy, vivo de eso.
- Lo nombró a Talleres que a diferencia de Belgrano, sí tenía capitales propios...
- Tuve que invertir y pensar que íbamos a salir adelante. Yo compré jugadores, a Héctor Cuevas lo compré yo; el dinero para quedarse con el 50 por ciento del ‘Picante’ Pereyra la puse yo y así un montón de cosas que después se las transferí a Belgrano, inclusive la concesión de los terrenos para hacer lo que hicimos en Villa Esquiú.
- Por manejar un club como empresa, usted se ganó un apodo...
- ‘Patrón de estancia’ me decían. Yo tenía que demostrar que se podía, que era más fácil administrar con el dinero del club. Lo que hice, lo hice porque quise y creí en el proyecto. Para eso, necesitábamos a la gente, armar un gran equipo, los socios, la venta de jugadores... un combo de todo que hizo más llevadero ser presidente con ese presupuesto.
- ¿Nunca se arrepintió? En algunos momentos usted mismo dijo sentirse “cansado”.
- Belgrano me dio el respeto de mucha gente y se me valora, es lo que yo siento, la persona lo que me hace mucho bien. Y sí, había cosas que cansaban. Era muy jodido escuchar que ‘Pérez nos está empeñando’, no tenía la credibilidad de la gente que veía en mí a alguien que venía a ‘robar’, y con razón después de lo sucedido... Los tiempos de la Justicia no eran los mismos que los del fútbol. Yo malvendí a (Germán) Montoya porque el juez se lo quiso dar a Vélez. Yo tenía las mejores intenciones y recibí cachetazos, lo de (Diego) Novaretti también... Todo fueron golpes. Hoy, institucionalmente es muy difícil que ocurra todo eso porque hay salud, Belgrano es un club ordenado y podemos decidir.
- ¿Cómo cataloga su labor diez años después?
- No hay nada perfecto, yo fui aprendiendo con el tiempo la temática, la modalidad y la historia del fútbol. Cometí errores y traté de corregirlos. Estamos haciendo un esfuerzo muy grande con la identificación que buscamos de Belgrano, identidad que supo perder y la recuperamos. Es una satisfacción saber que futbolistas que salieron de acá, quieran volver.
- ¿Qué errores por ejemplo?
- Nosotros ascendimos y descendimos en un año. Y eso nos hizo crecer. Ahí aprendimos de errores que tratamos no vuelvan a pasar. Después haberme dejado llevar para traer ciertos jugadores que no resultaron.
- ¿Y usted va a seguir después de 2017?
- Ojalá pudiera ser presidente de Belgrano hasta que me muera. Y si no se puede, es porque hay una cuestión legal y en ese aspecto, serán los socios los que evaluarán la situación.

“Montoya hace política, yo no”

- ¿Lo ve a Santiago Montoya como su sucesor?
- Él tiene un cariño muy especial por Belgrano y tiene todo el derecho del mundo a querer ser dirigente pero me parece que le erra, no me parece que lo que hace sea lo que tengamos que hacer. No tengo nada contra él pero él hace política, yo no.
- ¿Se reunió con Andrés Fassi?
- Sí. Trabajar mancomunadamente es lo que debemos hacer. Así como miramos y entendemos que debemos cambiar la AFA, también debemos ayudar a los clubes de Córdoba.
- ¿Y usted está dispuesto a trabajar con un presidente de Liga que no comulga con su idea?
- El fútbol de Córdoba no es solamente Emeterio Farías, un tipo no puede manejar todo, el muro de Berlín ya se cayó. Buscaremos la armonía que nos permita ayudar. Tampoco Farías es el ‘cuco’... que no comulgue conmigo desde lo personal no me importa, sí me importa que comulgue desde lo institucional

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