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La madurez de Lucas Zelarayán en Belgrano

Día a Día | 09/03/2015


 

Lucas Zelarayán (22 años, 20 de junio de 1992) llegó a las 10 de la mañana a su casa, en barrio Residencial Oeste, desde Buenos Aires. Está aún con la sensación en las piernas de un partido áspero, duro. Pero que fue un gran desahogo, con ese 2-1 en Avellaneda ante Independiente después de una semana donde se habló demasiado. 

Y, claro, el apellido de Zelarayán estuvo ahí: en el centro de la escena. Como cada vez que se pone la 10 del Pirata y sale a la cancha. El Chino es protagonista. Ya pasaron 52 partidos de su debut, con seis goles y ha asumido este papel protagónico sin problemas, sosteniendo su esencia.

En Avellaneda se vieron chispazos de ese potrero que lleva el Chino encima. Así lo siente Lucas, mientras transita el domingo con la familia, “los que están siempre”: papá Carlos, mamá Selva y sus hermanos Javier, Gastón, Matías, Gisela y Marcos. Así atiende a Día a Día.

“Fue un triunfo importante contra Independiente... La verdad que sí. Se festejó mucho porque nos hacía falta, veníamos de un empate y una derrota que anímicamente nos puso mal. Ya se estaba hablando o dudando del equipo. Es un envión anímico para el grupo. Hicimos un esfuerzo enorme y se festejó mucho”, cuenta el Chino.

–¿Sentiste la presión por lo que se habló en la semana y los dichos del DT de Independiente Almirón?

–La verdad que no le doy mucha bola a esas cosas. Uno se pone contento que un club grande lo mire. Me  alegra porque significa que estoy haciendo las cosas bien. Cuando te observan quiere decir que vas por un buen camino. Pero la verdad que yo estoy muy bien acá en Belgrano, disfrutándolo al máximo. Acá soñé jugar de chico y no hay nada más lindo que ponerse la camiseta de Belgrano. Disfruto esto, después las cosas van a llegar solas.

–¿Qué tiene de diferente jugar en la cancha de Independiente o en la plaza de Barrio Residencial Oeste?

–El campo de juego (risas). Acá te cruzas con piedras, vidrios, tierra. La presión de la gente por ahí se siente. El clima es lo que cambia. El público te hace jugar con una adrelanina diferente a la del barrio. A mi me gusta jugar con mucha gente. A todo jugador lo motiva, te hace sacar un plus de adentro. Yo trato de jugar y no olvidarme del barrio. Siempre se lleva con uno lo que aprendió en la plaza.

–¿Sentís que has madurado?

–Sí, creo que sí. En lo personal siento que he mejorado y también que he madurado como persona. Antes me equivocaba en mas cosas o veía las cosas de otra manera. Hoy, me siento un jugador más completo. Seguramente tengo cosas que mejorar y trataré de hacerlo, pero creo que he crecido en muchos aspectos.

–¿Cómo cuáles?

–En la parte táctica he mejorado muchísimo. Antes no sabía hacer algunos movimientos, no tenía del todo claro cómo pararme en la cancha. También en la manera de jugar. Antes quería pasar uno o dos rivales todo el tiempo, en cualquier lugar. Ahora ya sé que de mitad de cancha para atrás tengo que jugar a uno o dos toques. De tres cuartos para arriba, hacer los firuletes que yo quiera. Inventar algo para lastimar al rival.

–El firulete es muy del potrero... ¿Qué más te enseñó la calle?

–Todo... Todo lo que yo tengo, que a la gente le gusta, de tirar un caño, de gambetear uno o dos, eso lo saqué del barrio. Esas cosas las aprendés porque en canchitas para cinco, jugábamos 20. Se arriman cinco o seis a marcarte y en el barrio tenés que pasarlos. Ahí agarrás esa técnica y nunca lo olvidás. Antes lo hacía siempre. Ahora vas madurando, te van enseñando. En Primera no te dejan jugar mucho, hay presión. Hay que largarla rápido, pero siempre tengo presente que el potrero es lo que me diferencia del resto.

–¿Cómo te desconectás del fútbol?

–Los domingos siempre almuerzo en casa, con mis viejos, somos muy familieros. Ahora a la tarde, estoy con los amigos de toda la vida. Vivo al frente de la plaza, así que disfruto del día acá. Hablo de todo, no tanto de fútbol. Más tarde me voy a comer con mi novia. Así se pasa el día, tranquilo y descansando la cabeza.

–¿Qué te apasiona del fútbol?

–Jugar. Jugar y nada más. Uno cuando entra a la cancha es lo más lindo que hay, entonces tiene que dedicarse a disfrutar al máximo. Trato de disfrutar cada partido y los entrenamientos. El hecho de ir, entrenar, compartir con compañeros. Eso sí: no hay nada como el día del partido, cuando entrás a la cancha y ves toda esa gente de Belgrano. Es único.

–¿Qué tiene de especial Belgrano que te llevó a hacerte un tatuaje?

–Belgrano, en la parte del jugador, tiene un grupo, es una familia que tira todo para el mismo lado. No hay internas; es un grupo unido. Que hace sentir uno más al que llega de afuera. Todos se adaptan y se incorporan rápido. En la parte del hincha, es algo que es difícil de explicar. Esa tribuna, la gente, lo pasional que es, con solamente ver un partido te enamoras. Desde que tengo uso de razón estoy enamorado de Belgrano.

–Sin Riquelme, ¿hay que mirar a Zelarayán para ver a un 10?

–(Risas) No sé... Yo trato de hacer lo mejor para llamar la atención de la gente, que trate de disfrutar de lo que uno hace, de mi fútbol. Pero hay muchos grandes jugadores en el fútbol argentino. Hay que sentarse a ver a varios. Ojalá que pueda seguir jugando bien y que me sigan saliendo las cosa. Yo soy un fanático de Riquelme y lo extraño. A todos los que les gusta el fútbol les debe pasar. Ojalá yo pueda lograr que la gente disfrute de mi fútbol como uno lo hizo de Román. 

“Acá soñé jugar de chico y no hay nada más lindo que ponerse esta camiseta. Disfruto esto, después las cosas van a llegar solas”.

"Estamos convencidos"

La laguna momentánea que tuvo Belgrano en el campeonato de Primera División 2015 ante Lanús (0-0 en la segunda fecha) y la dura derrota ante River, en el Mario Kempes (1-2, en la 3ª jornada), abrió un manto de dudas sobre el Pirata y hubo algún grado de excepticismo sobre el Celeste. 

Algo que suele suceder con los impacientes de siempre, que están en todas las canchas y en cada tribuna.

Pero si algo ha demostrado Belgrano es que hay que saber esperarlo. Porque siempre, finalmente,  el equipo que conduce Ricardo Zielinski aparece. 

Algo que quedó claro en Avellaneda ante Independiente, donde mostró su mejor versión y se trajo a Córdoba tres puntos de grandísima importancia. También porque sirvió para despejar el ambiente y trabajar con mayor tranquilidad.

Algo similar sucede con Lucas Zelarayán, que poco a poco ha logrado asentarse en la Primera de la B con un nivel parejo y sostenido. Belgrano esperó a Lucas y Zelarayán ha sabido responder con sus actuaciones dentro de la cancha.

En los números queda claro. En la temporada 2013/14, el 10 jugó 9 partidos de titular y 20 ingresando como suplente. Todo cambiaría en la 2014/15. Son 24 partidos y todos desde el arranque.

¿Para que está el equipo de Alberdi en este 2015? Zelarayán siente que hay que ir “partido a partido”, aunque confía ciegamente en el equipo y el plantel que ha formado el DT Zielinski y su cuerpo técnico.

“Nosotros estamos convencidos del equipo que tenemos. Confiamos en el compañero del lado, confiamos en el equipo. Pero sabemos muy bien que vamos partido a partido. Esto es así y hay que manejarse de esa manera. Siempre Belgranos se manejó con humildad y logró cosas grandes. Entonces hay que continuar por este camino de humildad y pensando siempre en objetivos cortos”, afirma Lucas, que ya tiene en la cabeza el encuentro del próximo lunes, ante Aldosivi de Mar del Plata, por la quinta fecha del campeonato.

“Trataremos de ir así, despacio, fecha por fecha, sin volvernos locos. Hay que encarar cada partido al máximo, jugando como una final, como nos dice el cuerpo técnico. Cuando pase mitad de campeonato, y se esté acercando el final y ya está todo más avanzado y definido, ahí veremos para qué estamos. Por lo pronto, hay que seguir con esta forma humilde”, cierra Lucas, el pibe de barrio que hace jugar al Pirata.

 

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