Belgrano empató sin goles con Argentinos Juniors: sin llaves para salir del encierro
La premonición apareció como un rayo y nadie quiso verla. Pero estaba ahÃ, impiadosa, anunciándose cuando todavÃa el partido no estaba vivo: Belgrano no iba a poder salir. Porque la puerta del vestuario se trabó justo cuando el equipo iba rumbo al túnel a buscar el primer triunfo de local en el Final. Pero la cerradura se negó a ceder; mientras adentro, ansiosos, los jugadores se relamÃan para salir a jugarlo. Fue el anticipo de una noche difÃcil, de llaves equivocadas para abrir puertas que no llevaron a ninguna salida. Entonces el 0-0 le calzó justito.
No pudieron las manos desde adentro del vestuario. No pudieron las manos de los empleados del estadio. No pudieron incluso los musculosos hombres de la seguridad privada. Terca, emperrada, la manija inmóvil, la muy guacha, como mostrando la dureza que después encontrarÃa a Belgrano probando de manera equivocada.
Todos creyeron –antes del arranque– que una llave inglesa gigante traerÃa la situación. Todos pensaron que con Rigoni y Affranchino por las bandas, el Pirata encontrarÃa un pasillo para llegar al gol. Nada de eso. La enorme llave no hizo más que exasperar la previa de los futbolistas que debieron salir por otro acceso y caminar unos metros para después sà aparecer en la boca del túnel.
A medida que iban pasando por la puerta maldita todos los jugadores la miraron. Como se la quisieran patear con toda la bronca. Y esa impotencia se prolongó luego -ya desde lo futbolÃstico- al no poder contra las virtudes mÃnimas pero suficientes del Bicho.
Ni siquiera algunos detalles torcerÃan el rumbo. Anoche, el Ruso cambió el camino rumbo al banco porque su habitual puerta no estaba a disposición. O por cábala tal vez. Pero ni asà el Pirata encontrarÃa un reparo y sintió la claustrofobia cuando el Picante Pereyra, a los 17 del segundo tiempo, vio la tarjeta roja.
Cuando el partido se despedÃa el Chino Zelarayán quiso ser la llave mágica desde el banco pero ni eso. Y otra vez el duro golpe cuando el uruguayo RodrÃguez fue expulsado. Con nueve hombres le quedó aguantar como pudo la embestida de un rival agrandado.
Belgrano iba a terminar cansado de buscar sin encontrarse. Sin poder abrir la puerta, encerrado, como al principio de la noche en su vestuario.