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Blázquez silenció el Monumental

Día a Día | 21/10/2013


El 23, con su buzo morado, se mostró seguro y tuvo voladas de todos los colores. Lejos, el mejor jugador del Pirata.
El 23, con su buzo morado, se mostró seguro y tuvo voladas de todos los colores. Lejos, el mejor jugador del Pirata.
Blázquez son ocho letras, un apellido, el arquero que no iba a jugar nunca porque Olave siempre está. Blázquez es el Mono para sus compañeros, un trotamundos, el refuerzo que el domingo demostró sus condiciones. Blázquez son un puñado de voladas, la pesadilla de River, el responsable para que hoy no haya foto de goles en los diarios deportivos.

El 0-0 entre el Millo y el Celeste en la tarde del Monumental se debió, principalmente, a la notable actuación del arquero pirata. Que de movida insinuó que no lo iban a quebrar.

Al minuto cinco vuela contra el caño derecho para manoteársela a Teófilo Gutiérrez. Hay más: a los 29 se estira genial y saca una bocha difícil del ángulo izquierdo bien rematado por Jonathan Fabbro. Los hinchas de River se agarran la cabeza. Algunos desinformados esperaban a Olave para cargar contra el 1 emblema. Pero de pronto surge la figura del ex Independiente Rivadavia. Que sigue jugando su mejor partido. A los 38 minutos, otra vez, el Mono se alarga como un chicle para rozar el balón y éste revienta el travesaño.

El primer tiempo muere. Los hinchas de River se quedan con el grito de gol atragantado. Lo mismo los jugadores locales que se le acercan para comprobar que no sea una máquina.

El sostén. El segundo tiempo promete ser feroz. Y efectivamente lo es. A los 22 ahora sí lo gritará Carbonero. El moreno le pega y quiere sorprenderlo por arriba, pero San Blázquez resuelve bien tirándola al córner. Al rato, el portero grita, aplaude una vez, dos, tres y vuelve a jetonear para que sus compañeros despierten. Pareciera que River se va a llevar puesto a Belgrano. Las señales ya son demasiadas y falta mucho para el final.

“Yo creo que fue virtud de ellos habernos llegado. Hicieron un buen partido y abrieron la cancha. Pero vale el punto, sirve”, dirá después el arquero, en los vestuarios de Núñez caída la noche.

Pero en medio del partido a duras penas Blázquez apenas le puede pedir a Luciano Lollo que cargue arriba. O que Aveldaño cubra las espaldas de Federico Álvarez. Ni hablar cuando el Pirata queda en defensa con línea de tres.

¿Se acaba su determinante actuación? Minga. Ramón Díaz, DT de River, ya mandó a la cancha a Federico Andrada. El pibe, a los 26, tiene su gran chance. Pero rápido de piernas y esperando hasta el último momento, le achica el ángulo de tiro. Le ahoga una chance bien clara. Entonces Belgrano resiste porque el partido está 0-0 y se sabe, frase hecha, la esperanza es lo último que se pierde.

Esperanza que después fue capitalizada en un buen punto. Porque enfrente, más allá de su presente, no estaba cualquier equipo. “Hay que tener en cuenta que nuestro rival tiene varios jugadores de selección. Más allá de cómo vengan, no podemos quitarles mérito”, dijo el cancerbero, más tranquilo, después de una ducha reparadora.

Pero ahora, en medio del partido, el cronómetro del árbitro Diego Ceballos está por llegar al final. Y Carbonero encara en una de las últimas. Pero otra vez el manotazo salvador de Blázquez para desviar tirándola por arriba del travesaño. Ahora todos se dan vuelta nuevamente para mirar a Blázquez. Le espían las manos, las piernas. “Algún chip debe tener, pero no puede sacar todas las pelotas”, piensa Ramón desde el banco mientras se come las uñas.

Pero queda una última jugada. Es ahora o nunca. Mercado prueba y nuevamente el 23 para cerrar el arco ante la mirada atónita de todos los presentes. Ya nadie se acuerda de Juanca Olave ni hay fuerzas para putear al “nuevo” de Belgrano.

El final llega. Todo el Monumental se queda con el grito atragantado. Con todas las ganas de haber gritado gol. Pero quedan enmudecidos. El domingo estuvo el Mudo Blázquez, otra pesadilla para River.

Diga 4. Blázquez. El arquero debutó ante Racing. Luego atajó ante Argentinos, Quilmes y el domingo con River. Recibió dos goles en cuatro cotejos.

Una señal. Colón. Blázquez ya había jugado ante River en el Monumental, pero con la camiseta del Sabalero. Y se fue con un triunfo 2-0.

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Una bendición penal. Que le cobren penales en contra a Belgrano en el Monumental ya parece no ser un problema. Hace tres partidos que los árbitros le sancionan la falta máxima en cancha de River y no le pueden convertir desde los 12 pasos.

El 26 de junio de 2011, el día histórico del ascenso del Celeste en ese estadio grande, Mariano Pavone se paró ante Juan Carlos Olave y el arquero pirata dejó sin palabras a todos los hinchas millonarios que vieron que el descenso ya era un hecho consumado.

Cuando los de la Banda Roja volvieron a jugar en Primera después de un año en la B Nacional, en la primera fecha del Inicial 2012, hubo otro penal. Rogelio Funes Mori lo tiró por arriba ante la decepción de los propios hinchas millonarios. Después, historia conocida: Olave se fue expulsado por exceso de festejo ante el penal marrado por el jugador local y terminó atajando Juan Martín en un final que recuerdan los hinchas piratas.

El tercer penal fue el domingo. River le cascoteaba el rancho a Blázquez. Lollo bajó a Mora en el área propia y la responsabilidad de quebrar el maleficio recayó en Teófilo Gutiérrez. Pero el colombiano se paró confiado, le metió el empeine mas abajo y la pelota se fue lejos, por encima del travesaño.

Los hinchas millonarios no lo podían creer. Los de Belgrano, que se quedaron en Córdoba mirando por TV, supieron que después de ese penal, era muy poco probable que el Celeste perdiera el partido. Y así fue.

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