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Belgrano le ganó a Vélez Sarsfield

Día a Día | 14/09/2013


Cuentan que el viernes a la noche el Papa Francisco se desveló. Fue cuando en algún cajón olvidado del Vaticano descubrió lo que nadie sabía: que el cura José Gabriel Brochero era de Belgrano. Y lo de anoche, ante Vélez, fue una curación para el Pirata y todos su fieles. Porque la goleada 3-0 empezó -ojalá continúe- a sanar heridas, a cicatrizar dudas futbolísticas.

Anoche, en el Julio César Villagra, la misa arrancó a las 20.15. Y fue una misa muy distinta de la que el sábado se vivirá por el curita Brochero, pero también importante para los fieles que se apoyan en Belgrano. Quién es uno para desmerecer en quién se cree, si al final de cuentas lo importante es sobrevivir. Y el Ruso Zielinski comulgó sus mejores ideas para sacarse la espina. Porque a Belgrano la eliminación en la Sudamericana le pesaba como esos pecados innombrables. Aunque no había hecho nada malo, pero sí mal. Entonces, la reivindicación y nada mejor que contra el mismísimo Vélez. El que lo había mandando al infierno, a la cargada. El equipo tenía que volver a creer. Entonces la remontada 3-2 ante Atlético de Rafaela alumbró el camino, el empate contra el Pincha fue una palmada y anoche llegó la veneración. Quién sabe si de Dios, el destino o la Chacha Villagra. Porque algunos sugirieron que Julio César trepó por los murales donde lo pintaron y corrió junto con Velázquez para que defina el Pica, y le dijo en secreto a Pier Barrios que Teté González sorprendería en el primer palo para el 1-0.

Fe y aguante. La procesión no arrancó bien para el local. Juan Quiroga primero, y Ezequiel Maggiolo después, dijeron “perdón, me duele, cambio”. Entonces el Ruso Zielinski pensó parsimonioso como el entonces Papa Benedicto XVI cuando firmaría la beatificación de Brochero; pero acá el Ruso firmó la confianza en el pibe Álvarez y en el Picante que dijo “amén” y entró al área seguro como quien se comulga. Es cierto, para algunos será una exageración. Pero también están las historias de gente común y extraordinaria que apoyado en Belgrano salió de las más bravas. Acaso porque lo que importa es creer. Como creyó este equipo aun con uno de sus peores arranques en torneos de AFA.

Entonces los miedos desaparecieron. Atrás quedó el flojo segundo tiempo ante Gimnasia o el enojo contra Vélez en la eliminación copera. Otra vez el Pirata apostó a la solidaridad, anduvo de rodillas (como en las caminatas a la Virgen) cuando el partido se lo pidió. Pero también se animó a jugar, a ser ese Belgrano de buen pie, asfixiante primero, contragolpeador después. Cuando Vélez ya no tuvo más mandamientos para guiarse tiró la toalla. Se dio cuenta que la fidelidad celeste sería imposible de quebrar. Encima desde afuera bajó siempre el aliento grueso, sostenido, necesario, de una hinchada que transmutó con canciones todas las broncas de la semana. El final fue un abrazo entre todos los jugadores. Porque se dieron cuenta que siguen creyendo en ellos mismos. Anoche volvieron a encontrarse para sentirse enteros. Cuenta que después sí, el Papa Francisco soñó con Belgrano.

El dato:

Mamita. Berta, la madre de la Chacha Villagra, recibe la plaqueta a 20 años de la desaparición de la Chacha. Una noche a pura emoción para la familia.

Idolazo. Julio César Villagra vive en el corazón de su gente. El futbolista fue recordado por el club con una bandera: “Chacha” Villagra, eternamente pirata.

El rival: Vélez. A pesar de tener jugadores que manejan la pelota con calidad (Romero o Canteros), el equipo de Gareca pareció ausente anoche. Nunca se encontró en cancha y no generó peligro. Nada de Pratto y Rescaldani.

El árbitro: Patricio Lousteau. No midió con la misma vara algunas amonestaciones en Belgrano para con los jugadores de Vélez. Igual no fue determinante ni incidió en el desarrollo del encuentro. El resto, no se complicó.

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