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Las primeras turbulencias en Belgrano

La Voz del Interior | 27/08/2013


Una vuelta de tuerca. Es lo que necesita Belgrano. El arranque preocupa.
Una vuelta de tuerca. Es lo que necesita Belgrano. El arranque preocupa.
Belgrano enfrenta su primer ­problema más o menos serio, después de casi dos años de tranquilidad. El viernes a la tarde vio en el espejo su propia imagen, contra la cual perdía. Gimnasia y Esgrima de La Plata, fresco y lleno de energía, dinámico hasta el hartazgo, le tiró encima la misma ambición con la cual los celestes, en su tiempo, se hicieron famosos.

Fue la ambición que a Belgrano le sir­vió para arrancarle todas las cucardas a River Plate y tirárselas al tacho de la basura. Es la misma ambición con la que el equipo de Pedro Troglio parece anunciar el ­comienzo de una nueva época.

En los gestos de preocupación se entendió el impacto por la derrota. Sólo un punto de 12 posibles en el torneo Inicial, es demasiado poco como para no escuchar el sonido de las alarmas. El ciclo de Zielinski ha trazado sus objetivos sobre números duros e irreprochables, en la búsqueda del bien común y de la tranquilidad apuntada.

Gimnasia y Esgrima pareció demostrarle a Belgrano que su propio medicamento, por cierto todavía muy efectivo (de allí la copia), no alcanza más que para sobrellevar con dignidad y sin sobresaltos la vida doméstica. O dicho de otro modo, que necesita una vuelta de tuerca para atender dos torneos que entrecruzan las demandas caseras y el llamado de sirenas más allá de nuestras fronteras.

El jueves próximo, después de la ­revancha con Vélez Sársfield, Belgrano podrá saber si su sueño continental se estaciona en Liniers o se extiende a otro punto del continente. Si supera a los hombres de Gareca, seguirá teniendo la noble y complicada misión de atender dos frentes, uno de los cuales empieza a mostrar grietas desconocidas a comienzo de agosto.

Zielinski habló, sin hacer nombres, por supuesto, de errores concretos, que influyeron en las últimas derrotas. Aquella pelota perdida por Olave ante Santiago Silva, frente a Lanús, y la de Lollo frente a Facundo Pereyra, el viernes pasado, fueron decisivas en el desarrollo posterior de esos juegos.

Esas equivocaciones, casi inéditas en dos hombres de gran ascendencia en el grupo, permitieron reflejar una carencia que se hace más ostensible en la derrota: la permanente falta de gol (uno contra Boca Juniors y otro contra Gimnasia y Esgrima), que lleva a pensar que necesita más de un tanto para sostener una cierta posibilidad de triunfo.

A esto se suma la inserción lenta y a la vez traumática de Affranchino, Santana, Maggiolo y Bueno, sus refuerzos, en algunos casos lejos de sostener el ritmo constante de presión un poco más adelante del cuar­to de cancha propia, una característica que distingue al equipo, y con falta de minutos en la cancha con sus compañeros, lo que les ha impedido entrar en la mecánica de un conjunto que lleva casi dos años con los mismos hombres.

Más allá de los resultados adversos, surge alguna cuestión: ¿Por qué de las ausencias de Pittinari y Carrera, a seis días del partido ante Vélez y con tiempo prudente de recuperación física? Y así como esa pregunta, sobrevuelan otras relacionadas con la salida del “Picante” Pereyra 
o el regreso al banco de suplentes de Lucas Zelarayán…

Las portentosas campañas anteriores, generosas en resultados y matizadas de buenas actuaciones, sirven de contención para sostener este periodo de escasez. Belgrano presumía que esto podía sucederle. Su templanza y paciencia serán válidas para sobrellevar una etapa desconocida en Alberdi.

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