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"Hoy juega Belgrano"

La Voz del Interior | 13/08/2013


El Gigante estará repleto una vez más esta noche
El Gigante estará repleto una vez más esta noche
"Es el prólogo deseado por todo hincha. El que inicia la misa celeste. Es un día de partido. Pero no es uno cualquiera. Se sabe cuando empieza, pero nunca cuando termina. El hormigueo empieza.

Desde una mesa de un bar frente al Clínicas, el escritor Juan Marguch sabe cuál será su camino. Está 'enfermo'. 'Padezco de Sidda (síndrome de inmunodeficiencia deportiva adquirida). Es una terrible enfermedad que se contrae generalmente en los estadios de fútbol. La casuística al respecto es abrumadora: la inmensa mayoría de los contagios se produce en las tribunas de fútbol… Es un mal insidioso, porque su incubación es asintomática y cuando parecen sus primeras manifestaciones el contagio es irreversible… Yo me contagié en el Gigante de Alberdi….De pronto me pregunté: “Pero qué es esto, qué hago aquí?”, y supe inmediatamente que mi destino estaba sellado. Me lavanté (en ese instante nuestro innombrable 9, solo en el área chica rival, hizo rebotar la pelota contra un satélite artificial que había extraviado su órbita y pasaba temerariamente sobre el campo que me resisto a llamar de juego), y salí del estadio con la aciaga certidumbre que cerraba un capítulo hermosos de mi aseverada existencia. Dos domingos después, estaba nuevamente en la tribuna, preguntándome: 'Pero ¿qué es esto, qué hago aquí?', y ya no quedó en mi angustiado interior ni la más pequeña sombra de duda: yo era un siddótico'.

En ese puñado de palabras, también aparecido en el libro del Centenario celeste, Marguch resumió qué hay en la entraña de muchos hinchas.

El virus se extiende, atrapa a todos.

Juan Vilta y su gran familia viven 'enfermos'. Como Marguch. El día celeste es permanente: su casa y otras dos están pintadas de Belgrano. Imposible no verlas. Están sobre la costanera, justo frente a 'La isla de los patos'. Maximiliano, uno de sus hijos, fue jugador de Belgrano en los 2.000. El interior de una de las casas también está pintado de celeste.

Se escucha la pasíon del relator Matías Barzola, en radio Sucesos. 'Hola ‘sucegoles’. Qué alegría me da saludarlos. ¿No tenés esa cosa rara, mezcla de paz seductora y furia sospechosa que te recorre el cuerpo? Tengo la piel de lija…Cuando estás en la sala de espera y querés que aparezca el doctor y te diga: ‘Es un varón. Pesa 3,800 kg y està sanito. Lo felicito papá’. Hoy me pasa eso. Estoy esperando que el doctor Picante corra, la ponga al ángulo y me diga: ‘Es para usted relator. Grite no más’…Hay gente, gente y más gente. Caminando feliz por las calles que quedan chicas y se ensanchan a la fuerza como el zapato del pobre que tiene que seguir usándolo”. La previa también pega y empiezan las identificaciones, el sacar pecho.

'Vos sabés que Belgrano siempre está y esas banderas que están en el alambrado, son como cartas de amor. ¿Y cuando River entre al barrio? Cuando el colectivo acostumbrado a recorrer las calles de Hollywood tenga que entrar al Bronx? Alberdi es otro mundo. Cuna de poetas, cantores, bohemios y doctores. Aquí puede sonar Jiménez y criarse los doctores más afamados. En la Plaza Colón caminan las rubiecitas lindas con papis dueños de empresas y las negras guasas que son mi perdición. Y todo es posible por Belgrano”, agrega el relator. Una previa que quedó grabada por siempre. Icónica quizás porque Belgrano ganó, uno de los goles lo hizo “el Picante” y una semana después, el 26 J, ascendió en el Monumental.

Y la preparación se hace larga, eterna pero feliz. En todos lados. El contador Oscar Gutiérrez viste de jugadores celestes a sus hijitos Franco y Julián, a su mujer Tania; Andrés Soria, otro colega, hace lo propio con su Camila; Marcelo Cortés cierra la sodería más temprano porque también irá con la Cristina y el chiquerío; se reúnen Hugo y su hijo Javier Ferreira en sus fábricas; Rubén le pide a los Quilligoti, que son de Talleres, que lo dejen salir un rato ante de la pollería porque si no, no llega a Alberdi; los del club La Salle… Los Peñaflor, los Fernández, Marcos Saieva, Hugo Ostchega y Luis Suárez, los que tienen a Luis Fabián Artime en el equipo de la UCFA….Y Todo eso que pasa cuando juega Belgrano.

Con el barrio invadido, aparecen los bares espontáneos, los puestos de merchandising, los carritos. Hay que comerse un chori y tomarse una coca (común o 'especial'), antes o después del partido, con el riesgo de que algo caiga mal o que las corrientes que van y que vienen por Orgaz, te lleven puesto. Parado en una esquina, Daniel Alé, recordando a su padre Julio, que le dio la pasión por el periodismo. Consolándose con Belgrano y esta versión. '¿Te acordás Turco cuando hiciste la movida para recaudar fondos en tu programa ‘Tribuna celeste’ porque los jugadores no tenían un peso porque el club estaba quebrado?', le dice Ramón Gómez, corresponsal de Clarín, que llega caminando al estadio.

Ya en el Gigante, el cuerpo lleva a sus hinchas al lugar de siempre. Apretaditos, porque siempre revienta. Pero felices.

En el escenario de abajo, sale el equipo. El partido transcurre en tiempos en los que Belgrano escribe un capítulo riquísimo de su historia. Con la mejor versión de sus hacedores. Con los que la masa se identifica. Juan Carlos Olave, al que alientan desde que pone un pie en el Gigante, el correcto Guillermo Farré, 'el Picante' (vivado por Carlos De Piano, capo del grupo La Barra), el capitán Turús, 'Teté' González y allá escondido por la visera del banco, 'el Ruso' Zielinski. Le quedan rojas las manos de tanto aplaudir a Luis Zárate (ni bien nacen los hijos de sus amigos, el regala camisetitas celestes), al matrimonio de Carlos Oscar Rodríguez y Elbita.

En las tribunas, hay como 20 mil 'narradores', que van balbuceando el desarrollo de las jugadas. Se levantan mil veces. Elevan los manos hacia el par más cercano cuando el gol se perdió, de la misma manera que cuando 'el 1' salva la caída de su valla.

Pero en uno u otro estado, los hinchas arrancan con el himno: 'No se compara. Esta es la grloriosa primera barra. Es diferente'. Se dan ánimos, se celebraron a sí mismos.

El epicentro es en Alberdi, pero esa misa se vive en el mundo. ¿Qué daría por estar ahí los que tuvieron que irse a vivir afuera? Manolo y Facundo García Masjoan visten sus habitaciones de celeste en EEUU donde fueron a estudiar y la lucha de su padre Mario para “convertir” a sus otras tres hijas Candela, Milagros y 'Mechi'. A sus sobrinas Consuelo y Mariángeles Pillichody. Lo que sentirá el ex jugador del club Sebastián Cattáneo ya retirado y trabajando en Portugal. El mismo sufrimiento del Javier Perrone trabajando para ESPN en EEUU. Como vivirá cada una de las decenas de filiales del club de Alberdi en el mundo.

Todos quisieran estar en el Gigante. El partido que se vive en la cancha, pero que en el corazón del hincha arrancó hace rato. Años. Y llega el gol de Monti. 'Mansanelli corre, el arquero se agazapa. ¡¡¡¡Gooooollll de Belgranooooo!!! Apareció Pereyra y definió bajo. Goooooollll de Belgrano. La hicieron muy bien, peleando y peleando. Belgrano recupera la sonrisa. Es una tarde para sonreir. Una tarde bien de Córdoba'.

Late el Gigante, las redes sociales estallan, porque el partido se vive con una radio y con un teléfono para comunicar la celebración o la tristeza y polemizar con los periodistas.

Ese revolución que también tratan de tomar las cámaras de Martina Faux y Gastón Bailo, jóvenes guionistas y directores, que andan con su equipo tomando las imágenes que conformarán “La película de Belgrano”, que ya tiene dos avances en youtube.

El mar de gente se marchará feliz. Así como vino y más allá del resultado porque se escribe la historia. La mejor parte. Entonces la coyuntura no importa porque el trabajo de años quedó a la vista. Podrá sentirse orgulloso Armando Pérez y su gente. Ellos también festejan por esa base que hoy también es parte del fenómeno celeste".

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23/05/2016 15:48

 
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