Sabemos que el fútbol mueve pasiones y agita corazones y el
hincha tiene el privilegio sagrado de consagrar ídolos y el ingrato
comportamiento de cargar en contra de aquellos que,
han hecho de su carrera
en el club, una bandera de la tan famosa y valorada garra Celeste. Una
marca registrada que
Belgrano ha sabido cosechar desde el génesis de su
historia futbolística.
Gastón Alejandro Turus nacido en Colonia
Caroya un 27 mayo de 1980, nunca
fue un dechado de virtudes, ya por naturaleza quienes ocupan un lugar en la
defensa, adolecen-salvo contadas
excepciones- de esa característica. Fue siempre un estandarte de lucha. El
típico guerrero que se planta en la defensa
con un corazón dispuesto a entregar sangre, sudor y lágrimas por el bien
de la casaca de Alberdi.
El incómodo murmullo y la reprobación, de algunos, suena
como ha despiadado…ha mucho de ingratitud. Pensábamos que la bipolaridad (ayer
héroe, hoy villano) no formaba parte, aunque sean unos pocos, del lenguaje
Pirata, Los generosos con su aliento hoy le bajan el pulgar. Pese a todo, su
espíritu inquebrantable, sigue firme aunque los “chiflidos” le hagan doler
hasta las entrañas.
Ya no tiene el brío de antes, pero todavía le queda el
orgullo para pelear con otro traje de faena. No está rindiendo lo que en otros
partidos, es cierto. Seguramente los reproches han hecho mella en su confianza.
Turus está concebido con molde Pirata, entonces no es
exagerado afirmar que el Capitán “es lo que la sangre á las venas, lo que al
pecho el palpitar, lo que al alma el sentimiento”.
La historia tendrá
memoria y a la hora de colgar los botines, le tendrá reservado el sitial que sólo las Glorias Celestes
merecen.
@ElSimbolodeCba