Trabajó tantas horas extras que un día descansó. O mejor dicho se tomó un franco. Pero igual le alcanzó a este Belgrano buen operario, de trabajo rendidor que jamás te deja a gamba. Siempre se va de la fábrica después de envolver el producto. Anoche el premio fue ganar la Copa Córdoba después de empatar 2-2 con Instituto.
Gracias al trabajo (proyección de Quiroga, arrastre de marcas del Picante y el azar) más un zapatazo de Farré en los goles y cierto orden que pendería en el complemento, le alcanzaron a los dirigidos por el Ruso Zielinski para seguir en su propio festival. El PT mostró al Belgrano proactivo. Cada uno aceptó su rol y asimilaron bien el mensaje. Los directos de área con Olave-Lollo atrás para ordenar, Farré y Teté para laburar la materia prima (la primera juagada) y el Picante arriba, quien revalidó su “empleado del mes” después de su pretemporada post lesión.
Pero la maquinita no funcionó en el complemento. El equipo perdió la pelota y los desequilibrios defensivos se evidenciaron con tres jugadas claras para la Glo. Como si el equipo se relajase en forma inconsciente (no significa sobrar), sumado a que los engranajes se quedaron sin aceite. Sin la bola, el Pica y Márquez, aislados. Y el rival se encargó de desnudarlo.
No dramatizar. Si bien el Pirata lo ganaba 2-0, el empate tampoco debe poner en duda la idea. En cancha se notó que Belgrano, cada vez que se centró, sacó diferencias. Quizá con otra determinación con respecto a Talleres, pero nunca perdió los estribos del partido.
De cara al debut con River, el 10 de febrero, quedan ciertas incógnitas. Jorge Velázquez no tuvo mayor protagonismo y el sector derecho del medio campo no tiene mucho recambio. El final de enero encontró a Belgrano con otra Copa.
Campeón. Hay que perdonarle las distracciones del segundo tiempo. Tan aplicado fue que todo el gasto lo hizo en la primera etapa; su idea era pirarse antes del laburo para disfrutar un viernes con aroma a picada más rubia helada. Pero nada de descontrolarse. El lunes a laburar otra vez. No quiere perder el presentismo ni la confianza del Jefe.
Marcar tarjeta y trabajar explotando al máximo sus cualidades fue su virtud. No quiere perder la línea de trabajo que lo pusieron como ese laburante que rara vez se toma franco.