Belgrano, nos sobran los motivos | Club Belgrano de Córdoba

Belgrano vivió una de las tardes más hermosas de su existencia .

Brindarán los hinchas de Belgrano. Los de relojes caros descorcharán el champán de nombre cheto, los otros exprimirán los limones para una sangría violenta. Todos romperán las copas cuando el 2012 venga a darles el último abrazo. Cómo no mandarse un trago si el Torneo Inicial quedará para la historia. Aunque sea por la pelotita, que a veces entra y otras no, el pueblo pirata bailará un lento con las predicciones del fin del mundo. Acaso los únicos que se están terminando son los que no se animan a vivir.

Brindará Luis Rodríguez que ayer volvió a ver al Celeste después de un año. Un infarto lo mandó al banco de suplentes pero no se aguantó. Adriana, su señora, lo llevó del brazo: el amor existe.

Brindará Nachito Medina que todavía juega a ser Olave. Con los ojos abiertos al mundo para enseñar que todos son diferentes y nadie es menos. Mientras el Kempes se desmorona ante Estudiantes, se juntarán las trompetas de la primera barra; sí, escabiarán de a sorbos y comentan que harán el coro: “No se compara”, medias ebrias.

Y allá van Pablo Llanes y Marisa. 11 años de negociación, es decir de pareja. Él llora porque sabe donde estuvo antes Belgrano. “Entrenaban en la Isla de los Patos, al costado del Suquía. Y mirá ahora cómo estamos”, dice mientras su hijita Martina lo acaricia desde sus hombros. Desde allá arriba empieza a conocer qué Belgrano será algo así como otro hermano.

Ahí está el equipo del Ruso. Cuando llegue el 31 todos se acordarán de su barba candado. Si hasta los hinchas juntarán todas las llaves de sus casas para encerrarlo y no dejarlo ir. Por el también habrá un brindis. Y cuentan que la murga Los descontrolados de Alberdi decretó carnaval por tiempo indeterminado. Y allá, en la tribuna, con una copa con forma de máquina de foto, Ivana Maritano termina de congelar algunas imágenes: el tiempo es el que mejor explica las cosas, siempre. Cómo no va a brindar el periodista Ocelote, si estuvo en las buenas y en las malas en el predio de Villa Esquiú.

Si Belgrano fuera una persona su voz sería una mezcla de Sabina y la Mona Jiménez. Ronca, pasional, astillada de vidrios, de copas, de noches, de tetra cortado con los dientes. Brindará Franceschi que llevará la torta y Abraham Rufail, el vicepresidente, comentará los partidos en una noche sin final.

Y ahí está Raúl Fazio. Desde que arrancó el partido que puñetea las lágrimas. El vago llora por Belgrano. Así de simple. “Esta campaña es muy fuerte, ojalá se repita, pero será difícil. Lo de Zielinksi es muy valorable”, dice mientras sus lentes se empañan.

Y si miran al cielo, la Monita Cáceres ya preparó una jarra para todos. Guyón la recibirá de taco y jugará para el Bicho Flotta, que flota como los hielos, hombre de café y sabiduría. Por ellos, por la barriada, por Armando Pérez, hoy Belgrano disfruta el presente.

Todos romperán las copas. Que mañana se queje la resaca.

“Nos sobran los motivos”, cantará el pueblo de Belgrano. Acaso el fin del mundo sea un invento; pero Belgrano, Belgrano es una verdad, es la realidad.