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Chiqui Pérez: "Belgrano es un club para mi"

Día a Día | 27/10/2012


El Chiqui pega pero también tiene corazón. Crack.
El Chiqui pega pero también tiene corazón. Crack.
Belgrano y el Chiqui Pérez se confunden. Vistos desde afuera son casi lo mismo. Desde enero de 2011 andan juntos de la mano. Meten la piernita, salen jugando o la revientan. Pero también lloran. Como contra River en el Monumental, después de un ascenso inolvidable. Ellos dos (Belgrano y el Chiqui) se escriben distinto, pero sienten igual. El tiempo los puso en la misma ruta y andan a los abrazos.

Son las 18.15 del jueves. El defensor de Belgrano le dio su palabra a Día a Día. En breve lo espera el video chat con los hinchas de Belgrano. Aunque a la charla se sumarán y terminará también en los locos enamorados del fútbol. De las personas de barro, que todavía la modernidad no los peina con gel. Hasta que aparece un auto negro, bien lustrado, a toda velocidad y levanta tierra en el ingreso del diario. No hay dudas: es el Chiqui con su estirpe, su sello distintivo. “Tuve dando varias vueltas con el auto. Pensé que era pasando el puente”, explica el hombre nacido en José C. Paz, hace 26 años, aunque toda la vida vivió en Moreno. Chiqui contagia de sólo verlo. No imposta una sonrisa y logra lo más difícil: ser sencillo.

El tipo es así. Sin medias tintas. Como aprendió en la canchita ubicada en la esquina de su casa. Ahí pasaba horas viviendo la vida. Y algo de eso tiene en sus movimientos: su mirada de refilón, como si “escuchara” con los ojos, da su palabra y tiene decisión como cuando definía los torneos “relámpagos” en la barriada del conurbano.

Llegó a Belgrano en enero de 2011 por pedido del DT Ricardo Zielinski. “Llegué y dije que íbamos a jugar la Promoción. Muchos pensaron que era vender humo, pero en realidad era una convicción. Siempre supe que Belgrano era un equipo para mí”, expresó. Se afianzó como titular y el ascenso llegó frente a River Plate una tarde donde el fútbol argentino pasó a ser otro. Para siempre.

Claro, fue protagonista de una jugada clave en el partido revancha. Caruso encaró y Chiqui cometió falta. Ayer, mucho tiempo después, se sinceró: “La verdad es que llegué a destiempo. Lo engancho, pero, bueno, me hice el boludo y el árbitro no cobró. Y se ponía bravo porque era segunda amarilla y me tenían que echar, era penal”.

Un goleador. El marcador central jugó en Flandria, en 2004-2007. Disputó 84 partidos y marcó ocho goles. Luego pasó por Atlanta y embocó otro. Pero en Belgrano sorprendió con su capacidad de goleadora. Entre risas, lo explicó: “Con el Picante somos los goleadores. Llevo siete, pero son todos de penal”, aclaró y agregó: “Ojalá pueda meterlo de otra forma”. Los hinchas no se quedaron atrás y le preguntaron su técnica para patearlos y él les respondió: “Lo aprendí de un hermano, en los torneos relámpagos. La idea es esperar que el arquero se mueva y ahí elegir”, dice aunque no quiere explayarse. Tiene razón: la idea es que no se aviven. Este tipo, de contextura ampulosa, es humano y se emociona. “Nunca hay que olvidar de dónde uno viene y lo que costó. Recuerdo el esfuerzo de mi padre, él es barrendero, y laburaba siempre. Nunca nos faltó el pan pero se sacrificó por nosotros”, recordó el jugador Pirata y su voz se resquebrajó. “Nunca pongo mala cara cuando me piden una foto. Es increíble la relación con la gente, es algo muy lindo y no me niego a firmar autógrafos, la gente te hace sentir muy bien”, reflexionó el hombre que también tuvo un paso por el fútbol del Chile.

Y otra vez su picardía: “Hay hinchas de otros equipos que me dijeron cosas que no se pueden reproducir”, dijo otra vez entre carcajadas. Así es él. Un tipo serio. Gracioso. Sincero. Espontáneo. Frontal.

Capaz de parecerse a Belgrano. En esa forma tan de barrio, de sentir y no guardarse nada nunca.

En la piel. En su antebrazo derecho se tatuó el nombre de su hija: Jazmín. Además, en la espalda, también tiene sus piecitos. Amor de padre, que le dicen.

En pocas palabras.

“La cancha es un mundo aparte. Si te achicás, los rivales te pasan por encima. El equipo está muy bien, pero tranquilo”.

“Cada vez que voy a patear un penal hago sufrir al Ruso, mis compañeros y a la gente. Pero ellos confían en mí y yo también”.

“A todos les digo que afuera de la cancha me digan Claudio y no Chiqui, ése es el jugador. Sino le tengo que pegar a todos ja”.

“Uso la camiseta 23 porque mi hija (Jazmín) nació un 23 de octubre de 2008. Por ella elegí ese número”.

“Fui a destiempo y toqué a Caruso. Pero me hice el boludo y el árbitro no lo cobró. Era penal (para River)”.

Números. Llegó a Belgrano en enero de 2011. Lleva disputados 58 partidos y marcó siete goles, todos de penal. Groso.

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COMENTARIOS

Usuario: Anonimo
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Usuario Registrado edunanez - 190.177....
Contra San Martin de San Juan, lo hizo de cabeza y ganamos 1 a 0. El tipo esta feliz y nosotros también, gracias Claudio.
27/10/2012 09:07

 
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