El defensor Juan Quiroga rescata el esfuerzo para su crecimiento.
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El hombre en cuestión tiene 30 años y nació en Monte Buey, a 265 de Córdoba Capital. Juega en Belgrano desde julio de 2011 y fue madurando a las fuerzas. A los golpes. Porque supo que si no lo hacía, todo se le podía complicar. “Uno pudo encontrar cierto equilibrio a la hora de jugar y a partir de allí acomodarme en el equipo. No fue fácil pero uno siempre está dispuesto a mejorar”, le contó a Día a Día, el defensor que el domingo, a las 15, volverá a ser titular ante Boca en el equipo dirige Ricardo Zielinski. Sí, es el mismo que cuando terminó la última temporada no tenía lugar pero que encontró una nueva oportunidad porque Belgrano no conseguía un marcador de punta por la izquierda.
“Sé que no tenía muchas chances pero decidí quedarme a pelearla. Hay momentos que te marcan y no podía seguir dejando pasar oportunidades”, agregó Juan, honesto al máximo.
Cuando dice “perder oportunidades”, se refiere a su vehemente manera de jugar que le costó caro. Fue expulsado varias veces y generaba desequilibrio en el juego por su forma de marcar. Pero aquel Quiroga perdió con éste nuevo. Y lo explicó: “Es algo que arrastraba de hacía mucho. No lo podía corregir pero hice u click, entendí que no todos tienen la posibilidad de jugar en Primera y yo debía aprovechar esa chance. Entonces trabajé duro, justo pasó que no pudieron traer un tres y ahora quiero defender el puesto”, expresó el ex Newell’s, Colón, entre otros equipos.
Zanetti, el ejemplo. Es cierto, Belgrano pelea allá arriba. Hoy está quinto en la tabla de posiciones con 16 puntos, uno menos que Boca, el próximo rival. Pero ya habrá tiempo de hablar del partido que se viene. De hecho, es necesario que Quiroga cuente una anécdota que le marcó la piel. Sí, porque después vino un tatuaje.
“Estaba leyendo una revista donde entrevistaban a Javier Zanetti (hoy en el Inter de Italia) y el Pupi hablaba de cuando estaba en Talleres de Remedio de Escalada y cómo había luchado en el fútbol. Él es de importancia mundial y me acuerdo que dijo: Sin sacrificio no hay nada. Esa frase me gustó y me hice un tatuaje”, rememoró Quiroga, quien dejó fotografiarlo (ver recuadro abajo). Quiroga sabe de muchas cosas. Pero de sacrificio podría dar cátedra. Desde que arrancó el Torneo Inicial fue titular en todos los partidos y es de los jugadores con más minutos en cancha en el campeonato. “Yo hace diez años que trabajo del fútbol. Los errores los tengo como cualquiera pero ahora logré tranquilidad y pude crecer”, reflexionó.
Y justo en su crecimiento aparece Boca. Y no le esquiva: “Hay que asfixiarlos. Hacernos dueños del partido, quitarles la confianza porque tiene jugadores de jerarquía y si te descuidás, no perdonan. Pero vamos a hacer nuestro juego, los rivales nos respetan pero es adentro de la cancha donde se demuestra”, concluyó.
Juan Quiroga tiene doble apellido. Sí, Sacrificio es el otro. Aunque nadie lo lea en las planillas ni salga en su documento.
Tatoo. En el antebrazo de Quiroga se lee: “Sin sacrificio no hay nada”. Es una frase que una vez leyó en una nota a Zanetti. A él le gustó y se la tatuó.
