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Belgrano rima con Melano

Día a Día | 30/07/2012


Con clase. Melano sabe qué hacer con la pelota. Y lee bien el juego.
Con clase. Melano sabe qué hacer con la pelota. Y lee bien el juego.
Festejalo. El remate de Melano vence la resistencia del arquero Aguiar y la bocha infla la red.
Festejalo. El remate de Melano vence la resistencia del arquero Aguiar y la bocha infla la red.
Será que Belgrano rima con Melano. Como si fueran lo mismo aunque sean distintos. Dos caminos paralelos que, contra la geometría y la lógica, terminan uniéndose en el lugar preciso. Ni antes, ni después. En las esquinas de las calles llamadas Gol y Búsqueda. Justo ahí llega él, con su rostro pueril, sin granos, sin arrugas, con inteligencia para jugar y convertir.

Ayer en el Mario Kempes, Lucas Melano, el delantero de Belgrano, demostró que la madurez llega con el tiempo pero también con las ganas de superarse. La pidió siempre, abrió las manos como cuando era pibe y abrazaba a su viejo en cada gol gritado en Hernando, su pueblo de la infancia. Ahora los abre marcándole el pase a César Carranza e ir rumbo al gol.

Será que Belgrano rima con Melano. Y Melano con desfachatado, osado, confiado. Ensancha la cancha, juega a los escondidas y, de pronto, plafff, tira una diagonal y grita “Piedra libre para todos los compas”. Sí, Lucas libera a este Belgrano punguista, que te arrebata cuando menos lo pensás.

Van 19 minutos del segundo tiempo. Él espera con calma. Sabe que va a tener una. Entonces pivotea de espaldas al arco. Carranza trae la mezcla. Una pared construida entre dos tipos que saben el idioma del potrero. Esas paredes que no encierran, sino todo lo contrario: te dejan ante la libertad.

Le pega. Aguiar descuida el primer palo. Mano izquierda blanda. Gol Pirata. Gol de Melano. Y le cuenta a Día a Día qué se siente. “Es una alegría inmensa convertir, ver que la pelota entra y después la gente festejando. Y a su vez todo eso se refleja en uno”, dice después de pasar por la ducha. Su cabeza sigue en el mismo lugar. No vuela.

La va a pelear. Sabe que debe lucharla. Para el próximo Apertura, Belgrano contrató cuatro delanteros: Juan Martín, César Carranza, Fernando Márquez y Diego Cañete. Pero él no pierde la calma. Adelante suyo hay jugadores de experiencia. Con trayectoria. Aunque sus apariciones sean, hasta ahora, una inversión generosa.

“Es un envión para seguir luchándola. Uno trata de no relajarse nunca y trabajo siempre igual. Después, es el DT el que decide los momentos para ponerte”, agrega, perfil bajo, sin humos. No pierde los estribos. Aunque todos lo quieran de titular. Y explica cómo no perder el equilibrio. “Es clave la familia, el apoyo de ellos. Eso te permite no perder la cabeza ni volverte loco con todo esto. El tema es sacrificarse y demostrar que uno tiene ganas de estar”.

Será que Belgrano rima con Melano. Aniñado. Aplomado. Entregado. Retrocede unos metros. En él descansa el equipo, pero a su vez se va contra la raya, le hace un tajo a los defensores. Y después aparece en el aérea, sorpresivo, fugaz. Letal.

Lee el juego. Lo demuestra cada vez que juega. Si hasta ayer, varios sospecharon que Melano era una marioneta manejada desde el helicóptero que anduvo en el cielo cordobés. Tan correcto para entregar, tocar corto y buscar la descarga. Atento. Solidario. Dispuesto a dar dolores de cabeza sin perder la elegancia. Eso tiene. Una manera de hacer mal con clase. Y eso, ayer a Talleres, le jodió feo.

Lo veía y quería. Le llegó el momento. Lo había esperado varios años. Ayer, fue el primer Belgrano-Talleres que jugó en Primera. Y habló de las emociones sentidas.

“Es como lo imaginaba. El entorno es hermoso, motiva mucho y por suerte pude hacer un gol. Pero lo que más me importa es la alegría para la gente y el grupo”, dice.

Y vuelve al pasado. Porque Melano ayer hizo lo que antes imaginó con su papá Fernando. “De chico venía a la cancha con mi viejo y veía los clásicos. Desde afuera imaginaba cómo podía definir en diferentes situaciones. Traté de contagiarme de lo que veía antes y hacerlo ahora”, cuenta entre risas. Porque la vida es así. Imprevista. Te golpea por atrás. Te da la mano. Avisa. Traiciona. Escupe. Da palmadas. Será que Belgrano rima con Melano. Desinteresado. Soñado. Amalgamado. Dispuesto a dar lo que sabe, a aprender de sus compañeros como lo dice cada vez que un grabador se enciende.

“Hablo mucho con los más grandes. Mis compañeros siempre me apoyan y hay gente con experiencia. Uno trata de escucharlos para progresar e ir entendiendo varias cosas”, sostiene el punta que ayer, en el minuto 19, y con 19 años, quebró la resistencia del 1 Albiazul.

Después, a los 31 minutos del segundo tiempo, llegó la caricia. Tobías Figueroa ingresó por él y la mitad del estadio lo ovacionó. “Melano, Melano, Melano”, fue el abrazo invisible desde la tribuna. La palmada para pelearla.

Será que Belgrano rima con Melano. Y se encuentran en la esquinas de las calles Gol y Búsqueda para seguir inflando redes. Atrevido como cualquier pibe que va haciéndose hombre en silencio.

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