Aquel duelo electrizante de aquella tarde del ascenso en el estadio Monumental volvió a darse anoche en la cancha de Lanús. Otra vez, como en aquella histórica reválida entre River y
Belgrano, volvieron a estar frente a frente
Juan Carlos Olave y el ahora granate
Mariano Pavone.
Y otra vez, como en aquella jornada legendaria, el arquero de la “B” terminó con los brazos en alto.
Con dos atajadas clave, una antes del gol de penal de Claudio “Chiqui” Pérez y otra después, Olave terminó siendo fundamental para que el Pirata volviera a ganar fuera de Córdoba. El orden y el esfuerzo colectivo, la intensidad y la aplicación, y una buena dosis de oportunismo acabaron por redondear un triunfo doblemente necesario.
Primero, porque quebró una racha de tres partidos sin alegrías, en los cuales había recogido un punto sobre nueve. Segundo, y fundamental, porque significó un gran paso al frente del equipo de Alberdi rumbo a su máximo objetivo de la temporada: alcanzar los 50 puntos y asegurarse por un año más su estadía en la Primera División. Algo cada vez más posible, ya que le faltan sólo ocho unidades quedando 33 en juego.
Más orden que juego
A la hora del análisis, es preciso no engañarse. Belgrano no jugó bien. Su propio técnico, Ricardo Zielinski, lo admitió sin tapujos: “Desde la posesión de la pelota, no tuvimos un buen partido, pero fuimos ordenados y oportunos, y eso nos permitió quedarnos con los tres puntos”. El análisis del “Ruso” se correspondió bastante con lo sucedido ayer en el sur bonaerense.
Que Olave haya sido la figura de máxima calificación, y que le haya sacado dos pelotas de gol a Pavone en los 16 minutos en los que “el Tanque” estuvo en la cancha (la primera, después de una chilena del delantero, fue espectacular), da la pauta de que Lanús al menos pudo haber alcanzado el empate. Pero tampoco debe dejarse de lado que jugando de contragolpe, como lo hizo en toda la noche, Belgrano tuvo dos chances claras de adelantarse en el marcador antes del ingenuo empujón de Eduardo Ledesma a Esteban González, a los 37 minutos, a la que siguió la serena ejecución de “Chiqui” Pérez.
Primero Juan Carlos Maldonado –entró en el primer tiempo por el lesionado Matías Giménez– remató afuera desde buena posición. Y más tarde, Agustín Marchesín le tapó un mano a mano al “Picante” Pereyra.
Lo construyó desde abajo
Lo que en los vestuarios recalcó el DT Zielinski, también fue compartido por la mayoría de los jugadores. “Nos faltó juego pero nos sobraron orden y esfuerzo”, reconoció Pereyra en nombre de casi todos sus compañeros. Y acaso ese haya sido otra vez el gran déficit celeste.
Belgrano tuvo un orden conservador, destinado más a no dar ventajas y a defender el cero en su propio arco, que a otra cosa. Los volantes arrancaron desde muy atrás, faltó salida por las bandas y arriba, tanto Pereyra como Silvera quedaron demasiado desconectados. En todo caso, volvió a hacer la diferencia del medio hacia atrás. Y sobre todo desde el arco.
Cada vez que lo llamaron a intervenir, Olave estuvo a la altura de las circunstancias. Y en ese cuarto de hora final en el que estuvo otra vez mano a mano ante Pavone, como en aquel 26 de junio de 2011, el “1” le puso freno a las aspiraciones de un delantero que anoche seguramente volvió a soñar con él.