Entre Godoy Cruz y Belgrano casi no hubo diferencias. No sólo el trámite fue parejo, sino también el reparto de virtudes y defectos. Pero una vez más, los detalles terminaron haciendo la diferencia. Y ahí fue donde el dueño de casa hizo valer la presencia en sus filas de ese implacable goleador que es Santiago García.

Belgrano planteó el partido con una estrategia. O, mejor dicho, con dos: presionar y desgastar al rival en el primer tiempo (Godoy Cruz había jugado el miércoles ante Lanús y físicamente pareció sentirlo) y correr para contragolpear en el segundo.

La primera parte salió bien, porque disputó la tenencia de la pelota, con un Ortiz muy claro en la distribución. Pero, en el segundo, le faltó precisión para meter una contra demoledora. No pudo, no supo cómo... y permitió que un rival con pocas ideas se quedara con todo.

En la primera que tuvo el Tomba llegó el gol, a los 7 minutos: un cabezazo bajo y esquinado de Garro dejó sin chances a Acosta. Pero el empate llegó rápido y, con él, la tranquilidad: a los 14, un córner de Benítez encontró la cabeza de Lema.

Lo que siguió fue lo mejor de Belgrano en el partido, porque pudo ejecutar su plan ante un rival que, sin la pelota, perdió la calma. Godoy se lo perdió a los 20 y, recién sobre el final de la etapa, “el Morro” casi factura, pero usó la mano y el árbitro lo invalidó.

En el complemento, el Bodeguero sintió antes el desgaste. Se repitió en centros que siempre encontraron las manos seguras de Acosta. Y a Belgrano le costó mucho más hacerse de la pelota.

Lavallén, decidido a jugar de contra, apostó por la velocidad de Amoroso y Aguirre, y parecía que el empate le calzaba bien a un partido en el que todo se repartía equitativamente. Sin embargo, un descuido en la cobertura defensiva, con responsabilidad compartida entre Lema y Acosta, le permitió al “Morro” García poner el 2-1.

Quedaba poco y el cuadro mendocino durmió el partido. Administró con tranquilidad, con la pelota, ante un Belgrano que no tuvo resto para ir a buscarlo.