Aunque la justicia del triunfo de Belgrano en Rafaela no se discute, sobre todo por la innumerable cantidad de situaciones netas de gol que generó, no menos cierto es que la posibilidad del empate también estuvo latente, al punto que Atlético desperdició un penal en la apertura del complemento, que hubiera planteado las cosas de otra manera.

Es cierto: puede resultar odioso empezar a analizar un triunfo desde un déficit (el de la definición), pero es inevitable teniendo en cuenta las alternativas de un partido en que, de arranque nomás, Belgrano entró pisando mejor la cancha, con Claudio Aquino muy enchufado y tomando buenas decisiones, que no siempre tuvieron su correlato entre quienes dejó de cara al gol.

Un disparo de Fernando Márquez que se fue cerca y un cabezazo de Lucas Aveldaño desviado fueron las amenazas iniciales, en apenas cuatro minutos de juego. Es que el fondo local daba muchas facilidades que los piratas leyeron de inmediato.

Fue su propia confianza la que traicionó a Belgrano y le permitió a Atlético ponerse en ventaja, de manera impensada: la indecisión del fondo celeste contrastó con la determinación de Fernando Luna para sacar un remate seco, bajo e inalcanzable para Lucas Acosta.
Durante algunos minutos, la “B” acusó el impacto y quedó “ahí” de recibir un golpe letal. Hasta que, a los 33, Márquez dilapidó un buen centro de Lucas Melano, marcando el inicio de una reacción.

Poco después, a los 39, llegaría el empate en una pelota detenida que Aquino le marcó a Federico Lértora y el volante empalmó de primera para sellar la igualdad. Y, apenas dos minutos después, fue Mariano Barbieri el que se coló en medio de las dudas de los centrales rafaelinos para cabecear por encima de Lucas Hoyos y poner al Pirata al frente.