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Montoya vive el presente en Belgrano, pero no olvida los momentos difíciles

Día a Día | 24/01/2017


A sus 34 años, Germán Montoya puede decir que las vivió todas. Las buenas, las muy buenas, las malas y las peores. En lo que lleva de carrera, tuvo que atajar pelotazos de todo tipo. Algunos le llegaban mansitos a sus manos, y otros se le colaban ahí donde tejen las arañas y los arqueros no pueden llegar.

Hoy, un nuevo cumpleaños le trajo de regalo la titularidad, ese bien tan preciado y buscado por cada individuo que practica este deporte. Pero antes hubo una historia.

“Llegué a pasarla realmente muy mal”, contó a Día a Día el heredero del arco de Juan Carlos Olave. En sus más de 15 años de profesionalismo, “Patoruzú” pasó por todo lo que puede atravesar un futbolista.

Ascendió con Belgrano en 2006, fue campeón y figura de Vélez en 2009, se fue al descenso con Colón en 2014 y una lesión en su rodilla izquierda lo alejó un buen tiempo de las canchas.

Ahora, en Belgrano, fue elegido por Madelón para hacerse cargo de los tres palos en Alberdi. “Estoy muy contento, estoy donde quiero estar. Me sentí mucho mejor en los amistosos. Falta agarrar un poco de ritmo pero venimos trabajando bien”, aseguró el cordobés.

Pero Germán tuvo un paso poco feliz por Independiente en la temporada 14/15. Lo curioso es que gracias a ese trago amargo, aprendió a “disfrutar” su carrera.

“Sufría todos los días porque no jugaba, me comía la cabeza. Jugábamos tres competencias y yo creía que en alguna iba a entrar, pero no fue así. El técnico Pellegrino siempre ponía al mismo arquero. Había veces que me afectaba físicamente, por la tensión y los nervios”, contó con la serenidad de los que atesoran su aprendizaje.

Fue Pablo Cavallero, aquel que atajara en el mundial 2002 para Argentina y era parte de ese cuerpo técnico del Rojo de Avellaneda, quien le ayudó a hacer un click. “Un día me agarra y me dice: ‘mirá que yo fui suplente la mayoría de mi vida y después terminé jugando una copa del mundo, torneos en España y mucho más’. Ahí me cambió completamente la forma de ver las cosas”, reveló.

Fue a partir de ese momento cuando decidió cambiar el chip y entrenar duro cada día esperando su oportunidad. Y ahora le tocó hacerse cargo de un arco “muy grande”, el que dejó Juanca. Pero él se lo tomó con naturalidad y aseguró que hay que darle el ejemplo a los más chicos que vienen atrás nuestro.

“Yo les hablo a Santi Rosa y Luquitas Acosta, que son los dos unos fenómenos y tienen muchísimo futuro. Les digo que disfruten, que las oportunidades ya van a llegar y tienen que estar tranquilos y al cien por ciento cuando eso pase”, contó el actual arquero pirata.

Desde que volvió a la B sólo vio minutos en el torneo de Primera División ante Olimpo en el Kempes. Con la salida de Olave y la llegada de Madelón, Montoya se adueñó del puesto y se esfuerza para no soltarlo. El reinicio del campeonato lo tendrá ahí abajo de los tres palos, su aula, allí donde él se siente un aprendiz.


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