Por Exequiel Benegas

Millonario que te convirtieron en pobre tan sólo en 180 minutos.  Te dejamos pobre, Millonario. Yo estuve en aquel bello atardecer bien celeste. Recuerdo aquel día tanto como cuando mi viejo me llevó por primera vez a la cancha, y pensar que me enamoré cuando sólo tenía uso de la razón. 

26 de Junio de 2011, fecha en la que muchos de nosotros recordamos como el famoso “monumentalazo”, donde quedó la instantánea de Farré abriendo los brazos tratando de abrazar ese puñado de hinchas en una bandeja y a todo Córdoba  detrás. Cómo olvidar esa tarde de hace cuatro años atrás, donde manchamos la historia del más grande, lo hicimos sentir sumamente pequeño. Les demostramos a los que hablan de estadísticas, números y demás que todo se esfuma con hechos.

Yo estuve aquella tarde bien celeste donde el frío se convertía en calor y el aliento celeste enmudeció a más de 50 mil millonarios. Y creo que todo Córdoba estuvo metida en ese pequeño rincón del Monumental, donde esos piratas de ley se hicieron sentir, pareciendo a los 300 espartanos gritando hasta lo último. Me pregunté ¿cómo estos jugadores no van dejar la vida con semejante hinchada?  Si alentamos hasta quedar sin voz, negociamos la garganta como un diablo negocia el alma de cualquiera todos. Y saben bien de qué hablo. Hablo de lo que significa Belgrano: humildad, perfil bajo, silbar bajito cuando la situación no da para más. El hincha de Belgrano canta verdades y es aquel que estuvo en momentos donde el equipo marchaba último, porque siempre creyó y siguió alentando a pesar de que algunos títulos de diarios daban por muerto a un Belgrano más vivo que nunca.

Recuerdo cada detalle de ese día. Miré el cielo y vi un celeste incondicional donde no daba lugar a las nubes. Pasaban las horas y aumentaban los nervios, los pensamientos y la tensión que invadió nuestros cuerpos. Cuatro días esperando este partido y siempre tuvimos esa fe intacta de permitirnos derribar lo que se nos cruzara por delante. Aún me electrizan las ganas que teníamos de cantar y de gritar. Hicimos callar un estadio repleto al compás de “… y ahora en primera le vamo’ a demostraaaaa que somo lo má grandeee del fútbol nacional” canto que se hizo himno en las gargantas de miles de Piratas.

El tiempo indicado llegaba y Belgrano saltaba al campo de juego. Nuestros guerreros a la cancha al mando de “Don Ruso”.... Explota la popular pirata y Belgrano a la cancha, mientras mis ojos se llenaban de lágrimas. Pitazo de Pezzota y la linda y caprichosa redonda a rodar... el partido se llevó un tiempo y en el segundo, comenzó lo esperado por todos e inesperado por otros.

La jugada nace de una contra por izquierda. Rodó el esférico en los pies de un tal “Picante” Pereyra que no dudó un centro a la olla, rechazo fallido de la defensa millonaria y en el momento justo, con la tijera más hermosa que vimos en años, Guillermo Martín Farré nos hizo delirar con semejante gol que se festejó más allá de las fronteras de la docta. El “Grito Sagrado” se había hecho esperar, a lo Belgrano. Cómo no llorar con semejante Ascenso. 

Cada uno de nosotros catalogó ese gol y ese festejo como el “grito sagrado”. Si habrá festejado Don Arturo Orgaz junto al Potro Rodrigo y La Chacha Villagra, y a tantos héroes que escribieron páginas de gloria en este Belgrano.