Loguearse | Registrarse
Belgrano: Tierra firme, Pirata

Día a Día | 03/06/2013


La hora más gloriosa de Belgrano
La hora más gloriosa de Belgrano
El barco a la deriva parece enderezarse. Julio Mugnaini gira como cuando Jerónimo Luis de Cabrera fundó Córdoba y se le iluminan los ojos. Le pega con el alma, Quilmes se revienta contra el suelo y el arco de la avenida Colón se desmorona. Todos piensan que la tormenta va pasar, pero la barca tiene una grieta invisible, y más allá del grito, del llanto, aquel 17 de junio de 2001, ese Belgrano se engañaba y, en verdad, sólo se estaba hundiendo.

El Luifa Artime, Teté González, Leo Zárate y algunos más trotan al lado del río Suquía. En la Isla de los Patos hace frío y el agua marrón es su futuro, a punto de estallarle en las sienes.

El plantel no tiene plata, pero sí hambre. El barco viene cansado, sacudido por los vientos que los meteorólogos llaman “Chichín Ledesma”. Algunos gritan en medio de la lluvia. Levantan las velas porque las ráfagas golpean en la historia y la desidia.

Y aparece Beatriz Mansilla de Mosquera. Grita desde la proa un 18 de septiembre de 2001. Avisa: “Hay una quiebra en la séptima Nominación en lo Civil y Comercial”. Todos quedan con la boca abierta. El abogado Jorge Berardo se va al bar del barco y pide un trago; todo está perdido, piensa. Se rumorea que Eddy Carazas –un futbolista peruano– tiene una deuda de 15 mil pesos.

Justó ahí la lluvia descarga su furia. El mar se agita y Unión lo hunde en el descenso el 4 de mayo de 2002. Nadie entiende mucho: el Gigante de Alberdi tiene un candado en la puerta, las tribunas se caen a pedazos, alguien abre una canilla para bañarse y sale agua helada. Todos corren por la cubierta del barco, nadie encuentra plata ni comida y el naufragio ya no es una sombra.

Comentan que un tal Daniel Comba no quiere lolas. Y aparece entre la niebla Norberto Castaños, quien se hace cargo de la gerenciadora Córdoba Celeste. Cesan los vientos huracanados, pero el horizonte, difuso, los tiene confundidos. Algunos ya no están, los hinchas empujan, ponen clavos para que la madera no ceda y todo se vaya al fondo.

Luis Manzanares asoma por la popa. Mira los destrozos. Piensa que es hora de hacer algo. Labura desde 2003 en silencio, el agua ha invadido los pasillos y de pronto algo ocurre. Son los mitos de Piratas que el mar se guarda para los viajantes. En el sótano, un hombre canoso, los dedos gruesos, fuma con la voz cavernosa y compra las acciones. Se hace llamar Armando y es Pérez de apellido.

Algún puerto. Nadie cree en nadie. Pérez larga el humo, piensa, habla poco, baja perfiles. Busca identidad. Hace preguntas. Entonces a todo estribor el barco agarra las olas de costado. “Hay que ordenarse”, le dice café de por medio a un directivo. La cosa mejora. Tanto que el capitán Ramacciotti da en la tecla. Llega a una isla llamada Bahía Blanca, un Indio corre a toda velocidad, y Matías Gigli, el artillero, deletrea el ascenso con su boca en 2006.

No todos son aciertos. Antes hubo un Julio Zamora: 12 fechas, sólo dos triunfos, cinco derrotas y decisiones en secreto. De los errores se aprende.

Si lo sabrá un Pirata como Jorge Guyón, el ojo emparchado, todavía no sabía que le iban a herir la pierna de dos balazos. Todo parece ir bien, pero las bases no están del todo firmes. Rama quiere salir primero en la marquesina y el hombre del sótano tiene otra postura. Llega el viejo Mario Griguol, tipo disponible que deambulaba por el barco ante cualquier urgencia. Da una mano, no alcanza. Daniel Primo hace lo que puede, no llega, otra vez el llanto, el sismo, la derrota, el descenso. La inmensidad del mar. Todos los fantasmas vuelven. Pérez no se asusta. Vivió peores. Entonces elige, apuesta, se equivoca, aprende. Independiente Rivadavia le emboca siete pepas y, en Mendoza, Juanca Olave piensa en dejar el fútbol. Otra vez el agua está mojándolo todo. Algunos intentan parchar el tajo.

Llaman a un cura llamado Mario Gómez, quien asume un 23 de noviembre de 2007. Dirige 25 partidos con una efectividad del 48%. Pero no hay química con la gente, dice amén y se va.

Dalcio Giovagnoli mete mano. Omar Labruna experiencia, Daniel Primo generosidad, pero la cosa no va. Llaman al Jabalí. Tipo de tango, le pega al plantel donde más duele. “Estamos hasta el pinchilón”, declara por ahí. Les habla a todos los jugadores, les cuenta de la historia del club, los hace volver a su infancia, pensarse, recordarles que Belgrano no tuvo agua caliente y pudo haber desaparecido por las callecitas de Alberdi.

El hombre del pucho –Armando Pérez– se va solito. Todos lo miran. Regresa al sótano que nadie sabe donde queda y vuelve con Ricardo Zielinski. El barco anda de un lado al otro, algunos recuerdan las tempestades Ledesmianas y ven cómo algunas cosas mejoraron.

Pero otra vez, la mala. Un tornado hace volar las esperanzas, Tiro Federal le gana a Belgrano en Córdoba y lo deja último en la B Nacional. El equipo se desmorona como la chimenea de la ex Cervecería. Hay escombros, polvo, bronca.

Diga, Ricardo. El Ruso extiende un mapa sobre la mesa: “Vamos a empezar por la paciencia. A veinte millas está la humildad, hacia el norte hay un mar abierto para pasar por el canal del perfil bajo. El barco lo manejamos nosotros, no se olviden de eso”, dicen que dijo. La remontada va a llegar con identidad futbolística.

Los referentes proponen charlas en la semana. Se dicen de todo. Entonces el hincha vuelve a creer, como cuando todo estaba perdido, aquella noche que Diego Novaretti descubrió los Tres Arroyos. Después, la gente lo calificó “no grato”. Pero esa fuerza quedó retumbando en Alberdi.

Núñez, el destino. El barco es viento, rompe la mancha líquida. Sabe cómo esquivar las rocas, si antes anduvo por el puente La Tablada esquivando patos y cirujas. Atraviesa el Río de la Plata y enfrente encuentra un puerto. Le llaman River, pertenece a unos Millonarios que están confiados. El Bicho Flotta, subcomandante de la embarcación, viejo lobo de bar, descubre que no los van a dejar dormir. Las bombas caen pesadas como el olvido, detonan en los oídos de los jugadores.

La batalla es feroz. Chiqui Pérez juega como en su barrio. Olave le reza a Dios, mientras Rodrigo le dice que se tire a la derecha, que él lo va a ayudar como pueda.

Y Olave vuela, como en el patio de su casa allá en Las Palmas, y Farré baja los párpados, lo mira a su hijo Salvador, el Gato Turus demuestra que los tipos con sangre son determinantes.

El Picante corre como niño. El barco esquiva de todo, el Mudo Vázquez pisa la pelotita y el fútbol argentino se asombra: ve llegar un barco averiado, parchado, curtido. No, nadie descubre a nadie. “Es Belgrano de Córdoba”, dice uno por ahí. El barco ya es de los socios, la quiebra ya fue.

El Ruso Zielinski vuelve a juntar a todos. Escarba un bolsillo y saca mapas amarillentos. “Vamos a demostrar que somos Belgrano”. Y todos le creen. Nadie duda.

Los medios hablan asombrados de este barco; y desde ahí bajan Teté, Tavio, Mancuello, Velázquez, Carranza, el Cuqui Márquez y tantos más. No importa el orden.

Todos, de alguna manera, dejan claro que Belgrano no es una circunstancia. Algunos recuerdan los viejos tiempos. Cuando no había un lugar a donde ir. Perdidos.

Y ahora alguien grita que por fin se está llegando. Aunque en la vida se llegue y, a su vez, nos vayamos alejando. Sólo así el ser humano avanza. La voz aturde. La murga de los descontrolados de Alberdi se pinta la cara pero se deja unas lágrimas.

El barco llega a un puerto nunca antes visto. “Dicen que viajando se fortalece el corazón”, canta Nebbia. Nadie sabe cuándo subió con su guitarra. Qué importa ahora. “Hicimos la Sudamericana”, le cuenta un viejo a otro en la Isla de los Patos. Leen un diario, tragan vino, ríen. Ellos vieron el naufragio, la inundación, el club cerrado, el hastío.

Gritan solos en una Córdoba difícil y hermosa. Probablemente esta noche pasen frío y hambre, pero tienen pensado ir a la Piojera. Allí habrá una obra de teatro. Dicen que contará la historia de un barco Pirata que un día llegó a tierra firme.

4001 vistas

COMENTARIOS

Usuario: Anonimo
Comentario:
Anti-spam:
Para validar tu comentario completa el siguiente captcha:

Usuario Registrado Piripichi - 200.45.2...
Soy moco y lágrimas. Gracias
03/06/2013 12:36

 
MÁS NOTICIAS
Mensajero