Sonrisas. Misetich, sentado abajo de Rigamonti, Heredia, Herrera y Olave
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Hace varios años ya que Juan Carlos Olave es la referencia obligada en el arco de Belgrano. A fuerza de seguridad, vigencia y personalidad, el jugador surgido en Las Palmas custodia con éxito la valla del equipo de Ricardo Zielinski.
Pero alrededor de Olave orbita un “submundo” compuesto por Marcelo Misetich, el entrenador de arqueros, y César Rigamonti, Pablo Heredia y Guido Herrera, quienes aportan esfuerzo y trabajo.
A juzgar por lo que dice Misetich, entrenar arqueros tiene tanto de técnico como de emocional.
“Es un trabajo mancomunado con los chicos y ‘Juanca’. Lo primero que uno hace al llegar al entrenamiento es preguntarles cómo están, cómo se sienten. El tema es que estén contentos, que no estén fatigados para trabajar”, sostiene el exarquero de San Martín de San Juan, entre otros equipos, quien amplía: “Lo vamos charlando. Es un laburo en conjunto. Les pregunto qué les falta, qué sienten que tienen que trabajar y lo hacemos”.
Habitualmente el trabajo específico con los arqueros se realiza el segundo día de entrenamientos de la semana.
“Este cuerpo técnico hace mucho fútbol reducido y eso imita mucho mi trabajo. Al trabajar en espacios cortos te obliga a practicar muchos movimientos de reacción y reflejos”, explica.
Si el puesto de arquero resulta cruel porque los errores se pagan con goles, el trabajo semanal no es menos ingrato. Cuatro jugadores para un solo lugar.
“Es difícil –suelta Misetich–. En este caso, ‘Juanca’, con toda su experiencia, trabaja a la par de los chicos. Sabe que atrás lo tiene a Rigamonti, que ya ha jugado y demostrado que puede atajar en la primera de Belgrano y eso lo incita a no bajar los brazos. Labura a la par de todos. Y César está esperando su oportunidad. Sabe que adelante tiene a un arquero con mucho nombre y mucha experiencia. Todos quieren jugar, esa es la realidad. Si no tuvieran ganas no trabajarían así. Y más en este club donde tenés que esperar que el arquero que está jugando ande mal o tenga una lesión. La verdad que es muy ingrato que tenga que atajar uno solo”.
Olave entiende que aunque hay lugar para uno, el resto apoya. Lo refrenda con palabras: “Compartimos mucho tiempo juntos. El puesto es especial, juega uno y los demás esperan. Pero el compartir tanto lleva a que uno se relacione. ¿Si los aconsejo? Ellos son los que me aconsejan a mí, ja. No, en serio, hablamos mucho. Por más que sea el más grande y puedo contarles experiencias, también aprendo de ellos. Me ayudan en cada partido porque ven desde otros ángulos jugadas, cosas que a lo mejor uno no ve. Hablamos el mismo idioma”.
Antes era impensado para muchos clubes contar con un entrenador de arqueros, una figura que hoy es imprescindible en el fútbol profesional. A tono con la modernidad, la apuesta de Belgrano tiene nombre y apellido: Marcelo Misetich.
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