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El camino de Belgrano: del sufrimiento al goce final

La Voz del Interior | 25/02/2013


Abrazo triunfal entre el Picante y Zapata
Abrazo triunfal entre el Picante y Zapata
Tres, cuatro, cinco pasos y... ¡Pum! El terrible derechazo de Martín Zapata se coló a milímetros del palo derecho de Bailo y desató la euforia en el Kempes.

No sólo fue un desahogo para los 30 mil piratas presentes en el mundialista. Ese cañonazo inatajable, a un minuto del final, enterró una olvidable actuación del equipo de Ricardo Zielinski y modificó lo que hasta ahí era un empate clavado... Hasta que apareció Zapata, claro, un volante formado en Unión e hincha del Tatengue, nada menos.

Belgrano sufrió. Le faltó lucidez para llevar el partido al territorio que más conoce y más réditos le ha otorgado desde su regreso a la Primera División. También le faltó presión. Cedió el dominio en el mediocampo (extrañó el orden de Farré) y la pelota, y se retrasó exageradamente.

Por ello Colón, una institución que vive horas convulsionadas por la falta de resultados, le generó no menos de cinco situaciones claras. Y el Pirata lo sintió. Caminó por la cornisa ante cada arremetida de Gigliotti, que prácticamente solo, se las ingenió para incomodar a Aveldaño y Lollo. Durante buena parte del partido, Belgrano fue más sudor que juego, más actitud que inteligencia.

Extrañamente, se alejó de su libreto y se acercó más a una versión edulcorada de aquel equipo batallador, equilibrado y vertical. El gol de César Pereyra, al final de un irregular primer tiempo, coronó una jugada salida del manual pirata: salida larga de Olave, doble cabezazo de Mansanelli y Pereyra, y asistencia de Melano para una gran definición del “Picante”.

Golazo. Pero en el segundo tiempo el rival se acomodó y salió decidido a empatarlo. Se adueñó de la pelota y el juego, y en una jugada sucia por un rebote, Gigliotti encontró el 1-1. Colón no se conformó con el resultado y fue por más. Por eso, cuando el objetivo era cuidar el empate, Zielinski acertó con los cambios y lo ganó.

De prepo. A lo Belgrano. Zapata, el juvenil Iván Etevenaux y Víctor Aquino liberaron la tensión acumulada en los 60 minutos previos. Con gente fresca en el ataque, el equipo se instaló unos metros más arriba y descomprimió el ahogo de los santafesinos. En su primera incursión seria al área de Colón, Zapata y su bombazo rompieron todos los pronósticos.

El estallido final del Kempes dejó atrás una tarde de músculos tensionados y puños apretados. No sólo significaron tres unidades más en la tabla de posiciones. La victoria tuvo el plus de llegar repentinamente, de un modo tan impensado.

Tranquilidad

En tiempos de fútbol histérico, en el comienzo de un semestre decisivo para aquellos que pugnan por mantener la categoría, el Celeste camina arropado por la tranquilidad de las cosechas previas.

Los 55 puntos de la primera temporada, los 36 del Torneo Inicial, y los cuatro que lleva en éste conforman un colchón que envidian hasta los clubes más grandes. Por eso, con la clasificación a la Copa Sudamericana a tiro, nadie en Alberdi disimula el verdadero objetivo para este semestre. Allí también radica la importancia de la victoria de ayer.

Con 40 puntos, en la tabla de las copas, se mantiene segundo, a tres unidades del líder Lanús, y por arriba de River y Racing, al que ya le sacó cuatro puntos de diferencia.

En materia de números, el comienzo del campeonato no había sido el mejor, con una derrota ante el Millonario y un empate ante San Lorenzo. Con un fixture complicado por delante (se vienen Newell’s, Vélez y Racing), el triunfo sobre Colón tiene además sabor a desahogo. Y más todavía, por ese final tan sufrido. Tan festejado. Que acentuó aun más la identidad pirata.

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