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Belgrano 1- Unión 0: el Picante Pereyra lo gritó en el vestuario

Día a Día | 29/10/2012


Debajo de esta “pila” de felicidad, está el Picante
Debajo de esta “pila” de felicidad, está el Picante
¿Cuánto tiempo dura un grito de gol? ¿Y si ese desahogo queda atrapado en el silencio? César Pereyra está suspendido en el aire, agarrado de todas sus broncas mientras la pelota viaja a su encuentro. Un hincha pregunta cuánto van. Corren 22 minutos del complemento. El Gigante parece despertar de una siesta y Unión por dormirla. Entonces Víctor Aquino escribe la obra de teatro que todos sospechan: la historia de un ex que busca volver a enamorar con un gol.

Y la escena es perfecta. O casi. El paraguayo se disfraza de Picante y envía un centro desde la derecha. El Picante se viste de Aquino y ha puesto la mesa para dos. La pelota pide de comer un Frentazo seco sin sal y Pereyra ya tomó nota. La espera. Hace mucho que el Pica espera a esa mujer de blanco que ahora viene mansa a coquetearlo.

Calcula el momento justo para acariciarla. El momento que tanto soñó. De volver a besarla (a convertir) pero resulta que se queda inmóvil, en silencio, mientras la tribuna de la avenida Colón se desmorona. Cómo quedar en silencio si tanto quería gritarlo con toda la furia. Al Pica le duele. “Estoy muy contento con el gol y entrar más minutos. Pero tengo una sensación extraña, si pudiera elegir no hacerle un gol a Unión, lo haría. Pero hoy me debo a Belgrano”, cuenta después en vestuarios el punta Pirata. Si, Unión para él es algo así como un amor a largo plazo.

Pero el fútbol es pura trampa. Su cabeza pone el 1-0 para abrir un partido bravo, bien difícil. “Estaba en las probabilidades que pasara. Por suerte sirve para seguir arriba pero nosotros tenemos un objetivo: salvar la categoría. Después, todos tenemos la ilusión de salir campeón, pero debemos seguir creciendo” agrega el Pica, con 35 goles en 108 partidos con Belgrano.

Te busqué. No fue una tarde más para César Pereyra. En la semana había manifestado sus ganas de jugar más minutos en el 11 titular. Ayer demostró que peleará el puesto con el resto. Ingresó a los 14 minutos del segundo tiempo y se mandó una chilena inolvidable. Pasaron siete minutos, cómo el número que lleva en su camiseta, para anotarse en la red.

Aunque no lo gritó. “No lo grité, hubiera querido para dedicárselo a mucha gente que estuvo conmigo en un momento muy duro, pero no me salió. Lo grité por dentro pero fue raro”, contaría después el ex Unión.

Ahí fue el Pica. Que cabeceó con el peroné roto, con el tornillo, la rehabilitación, las dudas, las ganas y los sueños. Y claro, con la cabeza. “El centro fue muy bueno y yo hice mi parte”, dijo entre risas el goleador. Pero hay más de una obra extraña. Porque los negros se tiran desde la tribuna, y aunque suene a mentira, caen de clavado al río Suquía. Todos se vuelven locos. Menos él.

“Es raro esperar tanto para hacer un gol y que no te salga festejarlo. Por más que quiera, no me salió”, vuelve a repetir, acaso como un inocente con culpa que sólo ha cumplido con su deber.

Pero también en ese silencio hay un desquite personal. Y un reclamo del asistidor. En este caso de Aquino. “En joda, Aquino me dijo ‘no vengas a abrazarme’ y yo le dije que no me salió hacer nada. Después, en el vestuario, le agradecí su asistencia y también a mis compañeros”, contó el Pica.

Después, casi sin pedir permiso, el cielo se oscureció. En Alberdi sólo quedaban algunos perros huérfanos y una doña preguntaba cuánto dura un grito de gol que nace y muere en el silencio.

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