Aguafiestas | Club Belgrano de Córdoba

El nuevo telón negro. Lo terminaron el jueves.

La tarde tiene más pinta de otoño que de primavera pero no importa. El tipo se pone la camiseta de Belgrano que luce lavada, impecable, como si se hubiera puesto ropa para una fiesta. Al lado de él, su hijo, el nene que debe llegar con lo justo a los 8 y que ya con el piloto encima del buzo celeste se prepara con “el papi” para cruzar el Puente 15; en ese ritual que une a todo padre con su heredero para ir a la cancha y que ninguna lluvia con amenaza de aguacero va a postergar ni suspender.
Más adelante, mucho más cerca del Kempes, el protagonismo es de los autos y los “zorros grises”, en ese lenguaje con código de señas que pocos interpretan: todos quieren llegar y rápido, por más que falten dos horas para el comienzo del partido.
Del otro lado, en la zona norte, en ese territorio que los Piratas identifican como ajeno, los bondis de Boca empiezan a descolgar gente. Esta tarde el visitante no es uno más: es Boca, con todo lo que eso significa. Entonces, transitando por el medio de ese mar xeneize, se comienzan a escuchar más “Y” alargadas que “LL” -o eie- locales.
Una vez adentro, el estadio entra en clima con el partido de los pibes de la Reserva. Que se juega, que no se juega, que lo hablamos... todo sirve para calmar la ansiedad de cara a la hora señalada. Se cuentan los minutos y las populares empiezan a albergar gente bien arriba, para tratar de bancar el agua que “no moja, pero jode” se queja alguno. Sale Belgrano y el estadio estalla por primera vez; hasta que la salida primero y el gol tempranero del xeneize después, agranda a los de la Daniel Willington.

2 millones seiscientos treinta y seis mil pesos con veinticinco centavos dejó la recaudación del partido.

27 mil setecientos veintiún entradas se vendieron en total.

19 mil seiscientos ochenta y un socios tiene Belgrano.
52 mil personas hubo ayer en el Kempes.

Gritos de un lado, de otro y los celestes olfatean el momento indicado para pelar los trapos: telón 1, 2 y 3. Sí, es una fiesta y hay que mostrar todo. Reacción en la cancha de los muchachos del Ruso y la “popu” contagia a la platea con un par de cantos con destino de hit en la tarde lluviosa. “Sos una foto la p... que te parió” hostiga la gente del Celeste cuando siente que ya está todo cerrado, que nada podrá cambiar la tarde de fiesta.
Entonces, lo que empezó como otoño termina como si fuera febrero en pleno carnaval. Carnaval Celeste, obvio...