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Fútbol femenino: Betina es argentina

Día a Día | 22/08/2012


Betina Soriano juega en Belgrano, y ahora disputa el Mundial Sub-20 con la selección.
Betina Soriano juega en Belgrano, y ahora disputa el Mundial Sub-20 con la selección.
De Carlos Paz a Japón un sueño de distancia. Ella corre entre los hombres y la clava contra un palo. Los vagos la miran, asombrados. Le hacen sentir el rigor. Que ella es mujer. Que no pertenece a este mundo. No le importa. Enfrenta al arquero y le arranca la cabeza de un bombazo. La chica tiene nombre: Betina Soriano. Delantera, veloz, astuta. Arrancó en una equipo llamado los Cebollitas y hoy está jugando el Mundial Sub-20 con la selección argentina. Allá lejos, al otro lado del mundo, donde es de día cuando acá de noche y viceversa.

Betina juega en Belgrano desde los 12 años. Ahora anda por el lejano Oriente cumpliendo una de sus metas. Pero antes de viajar estuvo con Día a Día. Habló de su vida, los objetivos y lo que implica jugar a la pelota en un entorno machista. Una mujer que tira tacos, y no precisamente aguja.

“El machismo estuvo siempre pero no fue una traba. Me acostumbré a vivir con eso, porque siempre pensé en los sueños. A los 11 entré a mi primer equipo de varones, en Carlos Paz. Se llamaba Los Cebollitas y me encantó, no paré más”, cuenta Betina, 18 años, el pelo castaño. Tiene personalidad, se nota cuando habla. Como esas delanteras que acomodan la bocha en el punto penal. Sin vueltas. “Tenemos los mismos derechos que el hombre en jugar a la pelota. Hay que animarse, no tiene que ser una traba. No hay que sentirse inútiles por ser mujeres”, explica y, por si hace falta, se define: “Soy una mujer de carácter”.

Ese carácter la convirtió en una de las jugadores con mayor proyección en el fútbol femenino de Córdoba. Después, su talento, le abrió las puertas de la Celeste y Blanca. Disputó los juegos Panamericanos de Guadalajara y salió goleadora del Sudamericano Sub-20, disputado en Brasil. Con el segundo puesto, clasificaron al Mundial en Japón. Pero para llegar a la cita ecuménica, Betina tuvo que transpirar. Y creer que se podía.

“Uno lucha siempre. Siento orgullo por mí, pero porque sé lo difícil que es llegar. No busco salir en el diario, sólo dejar una marca desde mi lugar. Todo el tiempo busco superarme, en el fútbol y en la vida, soy así, me gusta aprender todo el tiempo”, dice convencida.

Siempre los ojos fijos, como eligiendo el palo para que el arquero no llegue nunca. Y así le llegó la chance. Integró varias selecciones femeninas de AFA y probó suerte en Huracán de Parque Patricios. Aunque volvió a Belgrano. Donde se siente feliz. “Se trabaja bien ahí, te cuidan, intentan mejorar siempre y uno siente que le prestan atención al fútbol femenino. Creció mucho en el último tiempo”, comentó Betina.

Mi país, mi camiseta. La palabra “Argentina” demora al salir de su boca. Como si le sacara el jugo. Sus ojos oscuros se emocionan. Y recuerda: “Cuando jugué para mi país toqué el cielo con las manos. Llegar a la selección es lo máximo y jugar un Mundial sería tremendo”, dijo antes de partir. Y ahora lo está viviendo.

Pero tiene muchos más: “Me encantará jugar en River, lo sueño siempre. Pero también uno quisiera vivir de esto. Eso pasa en Estados Unidos o Europa”, sostuvo, como amontonando sueños uno atrás del otro. Todo el tiempo, a cada rato.

Ahora canta el himno en Japón. Pero nunca olvidará aquella primera vez. “Me emocionó mucho. Cuando sabés que salís a defender la camiseta de tu país es lo máximo, me lo preguntás y me emociono. La primera vez que canté el himno me quebré, encima apareció mi familia en la cancha, de sorpresa, yo de titular, ellos en la tribuna, como muchas emociones juntas. Ver tu apellido en la camiseta, ponértela, salir a jugar, cantar el himno con la cabeza levantada, es increíble, te sacude todo adentro”, graficó Betina, con la ansiedad para que llegara el momento que hoy vive.

Y contó una anécdota. “Me quedé con la primera etiqueta de mi mochila donde estaba toda la ropa de la selección. Dice Soriano con el número 7, es un recuerdo que valoro muchísimo. Para mí es algo muy fuerte y agrega: “En Brasil, para el sub-17, la noche anterior soñé que hacía un gol de cabeza; después, en el partido con Chile, hice un gol de cabeza, igual al del sueño”, comentó con sonrisa pícara.

Saviola, el espejo. A Betina le gusta ver fútbol. Pero, sobre todo, a Javier Saviola. “Al siete lo uso por él. Me gusta cómo juega, es interesante y me siento identificada con su juego. Cómo será que una contraseña vieja de Messenger era Saviola, jaja”. A la hora de describirse como jugadora, contó: “Soy rápida, punzante, no tengo físico de centro delantera pero me gusta llegar al área, hacer goles, busco siempre el arco y tiro algunas diagonales, a lo Picante Pereyra”, ejemplificó entre risas.
Papá Alberto, mamá Karina y Candela, su hermana, siempre la apoyaron. Aunque según Betina, la madre miraba de reojo a su pequeña futbolera. “Mi vieja no le gustaba que jugara, pero igual me bancó”. Y confesó: “Mi papá se tatuó Betina 7 una pasión”. Después queda en silencio y recuerda que le gustaba ir de su abuela porque allí jugaba al fútbol todas las tardes y nadie le decía nada.

Durante la nota, Mariana, amiga y compañera de equipo en Belgrano, la mira orgullosa.

Y acota tímida: “Es impresionante lo que genera ella (por Betina) cuando entra a una cancha. Es como si las rivales la miraran y la respetan. Y con su forma de ser motiva al equipo”, informó al pasar.

A esta hora, en la Docta todos están con los ojos abiertos. En Japón, Betina duerme. Sueña. Ella es de Córdoba. Una mujer que metió un golazo contra los que creen que el fútbol es para hombres. Betina es argentina. Y goleadora.
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El Mundial en juego
Hace unos días comenzó el Mundial en sub-20 en Japón con la participación de 16 selecciones, entre las cuales está argentina. Las candidatas a levantar la copa son Estados Unidos, Japón y Alemania, última campeona y única en festejar como organizadora del evento.

El torneo está divido en cuatro zonas y la Argentina está en la C, junto a Canadá, Corea y Noruega.

El primer Mundial se disputó en Canadá, en 2002. En un principio, la edad límite para participar era de 19 años, siendo aumentado en 2006 a los 20.

Además de Alemania, Corea del Norte y Estados Unidos, en dos oportunidades, se alzaron con el título. Argentina quiere dar pelea. Fuerza para las chicas.
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Un proyecto que abrió la cabeza de todos
Oscar Giancarelli, secretario técnico de la Liga Cordobesa de fútbol, y Sergio Martínez, secretario administrativo, impulsaron el proyecto del fútbol femenino. Antes, otros dirigentes lo habían intentado. Pero fue en enero de este año que la Liga lo aprobó y desde marzo se comenzó a jugar con 38 equipos.

“Fue un logro, y es importante que siga creciendo. Se rompió con muchos prejuicios de que la mujer no podía jugar a la pelota. Y está demostrado que sí”, le contó G Giancarelli a Día a Día. Hoy, hay más de 700 chicas federadas a los clubes, sin contar las ligas que hay por fuera del ente oficial del fútbol.

Fifa ya le había pedido a la AFA que trabajase para tener una selección femenina. “Hoy, la liga de Córdoba es una de las únicas en el país y fue clave que fuera obligatorio para los clubes tener que presentar un equipo de mujeres”, agrega Giancarelli.

“Los clubes se dieron cuenta que ellas lo jugaban mucho”, concluyó. Golazo.

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