Nada peor que un gigante herido. Lo sabe Belgrano, que anoche volvió a conocer la derrota ante uno de los grandes después de mucho tiempo. San Lorenzo, que llegó a Alberdi con el triunfo como idea fija, pensó
en algún momento que, una vez más, los astros no estaban de su lado.
Sin embargo, sacó fuerzas para dar vuelta el marcador y terminar imponiéndose por 2 a 1.
Anoche,
un repleto Gigante de Alberdi fue testigo de un duelo que no se daba en
esa cancha desde el Nacional de 1968, el primero que jugó la “B”.El
partido tenía algunos condimentos especiales, sobre todo por el lado
del Ciclón, acuciado por los malos resultados que habían puesto en juego
la continuidad de Leonardo Madelón como DT. Quizá por eso hubo un fuego
especial, un amor propio que muchos creyeron perdido, que le permitió a
San Lorenzo torcer su propia suerte.Hay que remontarse al lejano
29 de junio de 2008 –cuando el gol de Moralez dejó a Racing en Primera,
tras una promoción– para dar con la última derrota de Belgrano ante uno
de los cinco grandes del fútbol argentino, antes de la de anoche.Después
de aquella caída en el Cilindro, llegó la “promo” del año pasado ante
River. Y, ya en Primera, vinieron los triunfos ante San Lorenzo (1-0 en
el Nuevo Gasómetro), Independiente (2-0 en el Kempes), Racing (3-2 en
Avellaneda) y otra vez el Rojo (2-0 en Salta, por la Copa Argentina). El
único empate había sido en la Bombonera (0 a 0) ante el Boca campeón
del Apertura.
PresagiosComo si fuera un indicio de
que algo no andaba bien, el colectivo que transportaba al plantel de
Belgrano rumbo al estadio se rompió a dos cuadras del Gigante. No fue un
problema para los jugadores, que llegaron caminando y recibiendo, a
cada paso, el cariño de la gente.
Después, en la cancha,
el partido le hizo un guiño a la “B”, que se puso en ventaja rápidamente,
pero no contaba con la presencia del “Pipi” en el rival. Sí, Leandro
Romagnoli, el mismo que era figura emergente del Ciclón que en 2001
perdió un largo invicto en Córdoba, cuando Belgrano ganó 1-0. Anoche dio
una muestra gratis de su vigencia y de la capacidad que lo distingue en
un fútbol donde imperan otros atributos.
Pero “el Pipi” jugó a
la antigua: la puso bajo la suela y, con criterio, encabezó cada ataque
de San Lorenzo con exquisita técnica e inmejorable criterio. En su
notable actuación también se explica que a los “gigantes” (en este caso,
un “diminuto”) no hay que darlos por vencidos bajo ninguna
circunstancia.