La Chacha Not Dead.
Si me preguntaban de niño qué jugador quería ser, seguramente te decía La Chacha Villagra o El Diablo Monserrat. Dos tipos que se asemejan a estereotipo del jugador Pirata. Morochos, no muy flacos pero tampoco corpulentos, y con esa cara típica de cordobés que identifica. Nada que ver con un gringo Bolatti o un Lucio Alonso, menos con un Luifa Artime. Pero ese es el estereotipo del hincha de Belgrano reflejado en jugador.
Hoy a 17 años de la muerte de la chacha, tengo que decir que Julio Cesar Villagra no ha muerto. La Chacha sigue, sigue en el recuerdo colectivo de todos los hinchas de Belgrano.
Tipo de esos que son hábiles con la pelota, pero que son mucho más hábiles con la cabeza, de esos que la piensan, pero que ponen huevos, de esos que la han vivido a todas. Cómo no... la Chacha era un tipo común vestido de ídolo pirata, un tipo nacido en Villa El Libertador que se forjó en Alberdi y que hizo del Gigante el linving de su casa. Tanto es así que el Estadio lleva hoy el nombre de Julio Cesar Villagra. Un groso con los pies, con la mente y con el corazón, porque por sobre todas las cosas... jugaba con el corazón. Pasaba por barreras de piernas sin miedo y las esquivaba llendo siempre al frente, la chacha no se achicaba.
Como dato simbólico, en todos los años que jugó en Belgrano nunca perdió un clásico. Otro dato es que la Chacha siempre estuvo presente, estuvo cuando Belgrano ganó la liga, cuando ganó el provincial, cuando salió campeón invicto del regional y cuando llegó a la primera división del futbol argentino. Mística en su estado más puro.
Era un distinto, un rebelde dentro del futbol, esos locos que van por la vida llevándose por delante al mundo sin importar la camiseta que tengan en frente. Esos locos que no les calentaba que al frente estuvieran River o Boca o el campeón del Mundo, sino que salían a ganar como sea. Un loco distinto era este Chacha Villagra.
¡Gracias Chacha!
© Sergio Diaz, 15 de Septiembre de 2010.