Arturo Orgaz y su legado
Publicado: Vie May 03, 2013 5:06 pm
Dudo que muchos clubes tengan un fundador como don Arturo, y su importancia no sólo en la historia de Córdoba sino también en Latinoamérica. En otro foro preguntaron que significaba aquel grafiti "primer territorio libre de América" , lo cual indica que si bien casi todos sabemos quien nos fundó, pocos saben quien fue! aquí la nota para los apasionados y para darse cuenta de la mística del club con semejante prócer cordobés!
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El multifacético Arturo Orgaz
Por Daniel Barraco | Decano de la
Facultad de Astrono
Hace exactamente 50 años, fallecía en
Córdoba el doctor Arturo Orgaz, quien
fuera uno de los hombres más
conspicuos de una generación que sólo
es comparable a la generación de
Echeverría. Una generación de hombres
que piensan, escriben, hablan, publican y
actúan desprendidamente en política. Esa
generación, en Córdoba, estaba
representada junto con Arturo Orgaz y
sus hermanos, por Arturo Capdevila,
Deodoro Roca, Agüero Vera, el pintor
Octavio Pinto, entre muchos otros. Juntos
a ellos se desarrollaban jóvenes brillantes
como el caso de Enrique Barros, quien
llegara a ser presidente de la Federación
Universitaria de Córdoba.
Con sólo 26 años, Arturo Orgaz fue
presidente en 1916 de la Asociación
Córdoba Libre. Esta asociación funda la
Universidad Popular, convirtiéndose
ambas entidades en antecedentes del
movimiento intelectual-estudiantil de la
Reforma Universitaria en el año 1918.
Arturo Orgaz cursó sus estudios
secundarios en el tradicional Colegio
Nacional de Monserrat, por lo que estuvo
vinculado a la Universidad de Córdoba
desde muy joven. Cursó los universitarios
en la Facultad de Derecho de donde
egresó teniendo apenas 23 años en 1913.
Al año siguiente presentó su tesis
doctoral que fue premiada con medalla
de oro.
Una de sus pasiones fue el deporte. A los
14 años fundaría con un grupo de amigos
el Club Belgrano, integrando su primer
equipo de fútbol. Por otra parte redactó
su primer estatuto y fue su primer
presidente. Su actividad en las
asociaciones deportivas no terminó allí,
ya que presidió la Liga Cordobesa
durante cinco períodos consecutivos a
partir de 1924.
Desde muy joven fue un prolífico escritor,
a los 17 años escribió la obra teatral Uno
de tantos que fue representada en 1909
con gran éxito y en 1912 publicó el libro
de poesía Las barcas del ensueño y un
ensayo Las ideas sociales de Echeverría.
Continuó durante el resto de su vida
publicando novelas, obras de teatro,
ensayos, trabajos jurídicos y un texto de
gramática. Publicó numerosos artículos
periodísticos y en 1946, habiendo sido
cesanteado, Silvestre Remonda lo invita a
incorporarse al plantel de La Voz del
Interior.
Maestro por antonomasia de la juventud
de su época se involucró en
innumerables actividades académicas,
fue desde 1917 a 1946 profesor de
Introducción al Derecho y a las Ciencias
Sociales en la Facultad de Derecho y
profesor de castellano en el Monserrat
hasta 1946.
Vida política
Durante toda su vida participó en la vida
política de la provincia y de la Nación,
empezando por su participación como
uno de los profesores e intelectuales que
sirvieron de apoyo a los estudiantes que
realizaron la Reforma Universitaria.
Pero esta actividad de militancia no se
limitó a los claustros, comenzando así
mismo una activa participación en la vida
política partidaria. En particular actuó en
el Partido Socialista a partir de la década
de 1930, llegando a ocupar una banca en
el Senado provincial entre 1932 y 1935
desde donde propugnó numerosas leyes
sociales. Su actividad política lo llevó a
ser candidato a vicepresidente de la
Nación y candidato a gobernador en dos
oportunidades, 1946 y 1951.
Hombres como él, que en su vida
reflejaron aquella idea latina “donde está
el espíritu está la libertad”, son los que
hicieron que nuestra Nación brillara entre
los pueblos de América en la primera
mitad del siglo 20, y formaron una
generación de jóvenes que se revelaron al
orden impuesto por la oligarquía. Estos
jóvenes convocaron a los “hombres libres
de Sudamérica” mediante el Manifiesto
Liminar de la Reforma Universitaria
porque habían resuelto “llamar a todas
las cosas por el nombre que tienen” y
este llamado se esparció en forma casi
inmediata por todo el continente.
El cariño y respeto que Arturo Orgaz
despertó en los jóvenes que tuvieron la
suerte de conocerlo perduró hasta su
muerte. Un año después de la misma, la
Federación Universitaria de Córdoba
colocó un busto del gran maestro en una
esquina del interior del edificio histórico
de nuestra Universidad. Recientemente
dicho busto fue emplazado en la entrada
de la nueva sala de sesiones del Consejo
Superior.
Los 10 últimos años de su vida fueron
ensombrecidos por la persecución y la
intolerancia, sufrimientos usuales, a lo
largo de nuestra historia, en hombres de
comportamientos éticos y pensamiento
independiente. Su expulsión de la cátedra
en 1946 y su encarcelamiento en 1953
junto a otros políticos, filósofos y
pensadores del país, no provocaron en él
ningún resentimiento, odio o encono,
dando un ejemplo de vida en una época
donde la intolerancia entre los argentinos
estaba al orden del día.
En condición de extremada modestia
económica habría de morir acompañado
de su familia y de su gran amigo, el
poeta Arturo Capdevilla.
Tan representativa de su generación fue
su vida, que si Paul Groussac hubiera
sido su contemporáneo, como lo fue de la
generación del ‘80, no dudo que Arturo
Orgaz hubiera merecido ser parte de su
obra Los que pasaban.
© La Voz del Interior
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El multifacético Arturo Orgaz
Por Daniel Barraco | Decano de la
Facultad de Astrono
Hace exactamente 50 años, fallecía en
Córdoba el doctor Arturo Orgaz, quien
fuera uno de los hombres más
conspicuos de una generación que sólo
es comparable a la generación de
Echeverría. Una generación de hombres
que piensan, escriben, hablan, publican y
actúan desprendidamente en política. Esa
generación, en Córdoba, estaba
representada junto con Arturo Orgaz y
sus hermanos, por Arturo Capdevila,
Deodoro Roca, Agüero Vera, el pintor
Octavio Pinto, entre muchos otros. Juntos
a ellos se desarrollaban jóvenes brillantes
como el caso de Enrique Barros, quien
llegara a ser presidente de la Federación
Universitaria de Córdoba.
Con sólo 26 años, Arturo Orgaz fue
presidente en 1916 de la Asociación
Córdoba Libre. Esta asociación funda la
Universidad Popular, convirtiéndose
ambas entidades en antecedentes del
movimiento intelectual-estudiantil de la
Reforma Universitaria en el año 1918.
Arturo Orgaz cursó sus estudios
secundarios en el tradicional Colegio
Nacional de Monserrat, por lo que estuvo
vinculado a la Universidad de Córdoba
desde muy joven. Cursó los universitarios
en la Facultad de Derecho de donde
egresó teniendo apenas 23 años en 1913.
Al año siguiente presentó su tesis
doctoral que fue premiada con medalla
de oro.
Una de sus pasiones fue el deporte. A los
14 años fundaría con un grupo de amigos
el Club Belgrano, integrando su primer
equipo de fútbol. Por otra parte redactó
su primer estatuto y fue su primer
presidente. Su actividad en las
asociaciones deportivas no terminó allí,
ya que presidió la Liga Cordobesa
durante cinco períodos consecutivos a
partir de 1924.
Desde muy joven fue un prolífico escritor,
a los 17 años escribió la obra teatral Uno
de tantos que fue representada en 1909
con gran éxito y en 1912 publicó el libro
de poesía Las barcas del ensueño y un
ensayo Las ideas sociales de Echeverría.
Continuó durante el resto de su vida
publicando novelas, obras de teatro,
ensayos, trabajos jurídicos y un texto de
gramática. Publicó numerosos artículos
periodísticos y en 1946, habiendo sido
cesanteado, Silvestre Remonda lo invita a
incorporarse al plantel de La Voz del
Interior.
Maestro por antonomasia de la juventud
de su época se involucró en
innumerables actividades académicas,
fue desde 1917 a 1946 profesor de
Introducción al Derecho y a las Ciencias
Sociales en la Facultad de Derecho y
profesor de castellano en el Monserrat
hasta 1946.
Vida política
Durante toda su vida participó en la vida
política de la provincia y de la Nación,
empezando por su participación como
uno de los profesores e intelectuales que
sirvieron de apoyo a los estudiantes que
realizaron la Reforma Universitaria.
Pero esta actividad de militancia no se
limitó a los claustros, comenzando así
mismo una activa participación en la vida
política partidaria. En particular actuó en
el Partido Socialista a partir de la década
de 1930, llegando a ocupar una banca en
el Senado provincial entre 1932 y 1935
desde donde propugnó numerosas leyes
sociales. Su actividad política lo llevó a
ser candidato a vicepresidente de la
Nación y candidato a gobernador en dos
oportunidades, 1946 y 1951.
Hombres como él, que en su vida
reflejaron aquella idea latina “donde está
el espíritu está la libertad”, son los que
hicieron que nuestra Nación brillara entre
los pueblos de América en la primera
mitad del siglo 20, y formaron una
generación de jóvenes que se revelaron al
orden impuesto por la oligarquía. Estos
jóvenes convocaron a los “hombres libres
de Sudamérica” mediante el Manifiesto
Liminar de la Reforma Universitaria
porque habían resuelto “llamar a todas
las cosas por el nombre que tienen” y
este llamado se esparció en forma casi
inmediata por todo el continente.
El cariño y respeto que Arturo Orgaz
despertó en los jóvenes que tuvieron la
suerte de conocerlo perduró hasta su
muerte. Un año después de la misma, la
Federación Universitaria de Córdoba
colocó un busto del gran maestro en una
esquina del interior del edificio histórico
de nuestra Universidad. Recientemente
dicho busto fue emplazado en la entrada
de la nueva sala de sesiones del Consejo
Superior.
Los 10 últimos años de su vida fueron
ensombrecidos por la persecución y la
intolerancia, sufrimientos usuales, a lo
largo de nuestra historia, en hombres de
comportamientos éticos y pensamiento
independiente. Su expulsión de la cátedra
en 1946 y su encarcelamiento en 1953
junto a otros políticos, filósofos y
pensadores del país, no provocaron en él
ningún resentimiento, odio o encono,
dando un ejemplo de vida en una época
donde la intolerancia entre los argentinos
estaba al orden del día.
En condición de extremada modestia
económica habría de morir acompañado
de su familia y de su gran amigo, el
poeta Arturo Capdevilla.
Tan representativa de su generación fue
su vida, que si Paul Groussac hubiera
sido su contemporáneo, como lo fue de la
generación del ‘80, no dudo que Arturo
Orgaz hubiera merecido ser parte de su
obra Los que pasaban.
© La Voz del Interior