Leer detenidamente. Una perlita-

[cheffo14]

JUGAR DE MEMORIA (*)

Ignacio Hurban recibió la camiseta con su nombre, el número 114 que refiere a la cantidad de nietos recuperados al momento de salir a luz su verdadera identidad y la banda roja cruzada de izquierda a derecha sobre un fondo blanco. “Si tienen dudas, averigüen; miren qué lindo momento que se puede vivir”... ¡Y vamos River!”, afirmó “Guido” ante la mirada orgullosa de su abuela materna, Estela de Carlotto, y el fondo de una bandera que llevaba la leyenda “No te quedes con dudas sobre tu identidad”.
El emotivo homenaje se llevó a cabo el pasado 7 de septiembre en el Estadio Monumental del barrio porteño de Núñez, el mismo escenario donde 36 años atrás, en el apogeo de la más feroz dictadura militar que padeció nuestro país, el seleccionado argentino de fútbol se consagró por primera vez campeón mundial. Eran los tiempos en que la postal de Mario Alberto Kempes celebrando sus goles ante Holanda se mezclaban con la foto de los desencajados festejos de Jorge Rafael Videla, Emilio Eduardo Massera y Ramón Orlando Agosti, los integrantes de la junta militar, en el palco de autoridades del club “millonario”.
Que hayan transcurrido casi 19 años hasta que la conducción de River Plate decidiera quitarles a Videla, Massera y Agosti la condición de socios honorarios que le había otorgado la gestión de Rafael Aragón Cabrera, es una demostración elocuente de lo mucho que le costó a nuestro fútbol recuperar su memoria. La propia Estela de Carlotto puede dar fe de ello: a mediados de 2003, la empresa Balón S.A., con el argumento de “no politizar un hecho meramente deportivo”, echó por tierra las gestiones que varios exfutbolistas habían realizado con Abuelas de Plaza de Mayo para llevar adelante actividades conjuntas en un homenaje al seleccionado del ’78 que tuvo lugar en el Monumental. Ricardo Finocchiaro, uno de los organizadores de aquel evento, aparecería un par de años después en los Tribunales cordobeses para notificarse del nombramiento de otra de las empresas que compartía con el abogado Carlos Granero, Ateliers S.A., como flamante gerenciadora del Club Atlético Talleres.
La iniciativa de reconciliar a los campeones mundiales con la sociedad recién llegaría a consumarse cinco años más tarde, el 29 de junio de 2008. Aquel día, la cancha de River albergó “La Otra Final, el partido por la vida y los derechos humanos”, una iniciativa del Instituto Espacio para la Memoria que contó con el decidido respaldo del exfutbolista Claudio Morresi, por entonces a cargo de la Secretaría de Deportes de la Nación. Los recelos quedaron definitivamente en el olvido cuando Leopoldo Jacinto Luque, René Houseman y Ricardo Julio Ricardo Villa, los tres únicos representantes de los 22 campeones del mundo, tomaron la larga bandera con las fotografías de los desaparecidos, que familiares de las víctimas del terrorismo de Estado y organizaciones de derechos humanos –incluido el Premio Nobel de la Paz, Adolfo Pérez Esquivel– habían trasladado durante las 20 cuadras que separan al Monumental de la Escuela de Mecánica de la Armada, un ícono de los secuestros, la tortura y las desapariciones en los años de plomo. "Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta, es militar", se escuchó en las tribunas.
“Es probable que la dictadura nos haya utilizado, pero la verdad es que en aquel momento no tuve conciencia de lo que pasaba. Yo era simplemente un futbolista que quería ser campeón del mundo”, se sinceró Villa. César Luis Menotti, entrenador del equipo que dio la vuelta olímpica el 25 de junio de 1978, estuvo ausente con aviso: “Yo sé dónde estaba parado, lo que hice y cuál ha sido mi participación en aquella época. Y no tengo que reconciliarme con nada ni con nadie”. Otro “Flaco”, Luis Alberto Spinetta -músico e hincha de River, al igual que “Guido”, su confeso admirador-, diría presente para ponerle el broche de oro de aquel evento con las estrofas de “Laura va”, “Plegaria para un niño dormido” y “Seguir viviendo sin tu amor”.

Botas entre los botines
Ignacio Hurban nació el día después de la primera consagración mundialista del fútbol argentino y tenía apenas tres años cuando el cordobés Kempes volvió a vestirse de héroe en las canchas argentinas, esta vez para darle un campeonato a River Plate. Mientras el hijo de Laura Carlotto y Walmir Montoya jugaba en el campo donde había sido llevado por sus apropiadores, la ciudad de Olavarría estaba convulsionada por la participación de un equipo propio en aquel Nacional de 1981: Loma Negra. Sin la tradición de otros clubes del lugar, como el popular Racing o el “cajetilla” Estudiantes (donde fue dirigente el fallecido Carlos Francisco Aguilar, dueño del lugar donde se crío “Guido” y principal sospechoso de la expropiación), el club de Amalia de Fortabat tendría su cuarto de hora de fama en el fútbol nacional. Con un plantel lleno de figuras, como el mundialista ex Talleres y Belgrano Luis Adolfo Galván, y una pomposa puesta en escena que incluyó un partido amistoso con la selección de Unión Soviética (al que la empresa cementera le pagó un caché de 30 mil dólares), en pleno desarrollo de la Guerra de Malvinas, con “la actuación estelar” de la banda de música del regimiento local. “Amalita sólo quería figurar y salir en televisión”, recordaría años más tarde el exdelantero cordobés José Omar Reinaldi, “la Pepona”, una de las estrellas que contrató la entidad de la poderosa e influyente empresaria cementera, por entonces regenteada por un militar de su más estrecha confianza: el coronel Luis Prémoli. Eran tiempos en los que, en los clubes argentinos, las botas se mezclaban con los botines con llamativa facilidad.
Por caso, el ex jefe del Primer Cuerpo de Ejército, Carlos Guillermo Suárez Mason, fue el hombre fuerte de Argentinos Juniors a fines de los ’70, cuando el club de La Paternal era presidido por Próspero Cónsoli, un ex oficial de la misma fuerza, y tenía en sus filas a un promisorio Diego Maradona, a quien hizo exceptuar del servicio militar. Luego de presidir durante muchos años la comisión de patrimonio, “el Señor Suárez”, tal como se hacía llamar ya en sus tiempos de decadencia, fue expulsado de la institución porteña el 11 de enero de 1999. Algunos meses más tarde, el represor volvería al club de sus amores para celebrar su octogésimo aniversario, violando la prisión domiciliaria que cumplía por el robo de hijos de desaparecidos nacidos en cautiverio. Luis Segura, actual presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA), fue en aquellos tiempos vicepresidente y mano derecha de Cónsoli, a quien el expresidente de Talleres de Córdoba Amadeo Nuccetelli tentó alguna vez, en el bar del viejo Hotel Crillón de la Docta, ofreciéndole comprar a Maradona.
Nuccetelli supo hacer buenas migas con Luciano Benjamín Menéndez, el jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, a partir del vínculo de ambos con Aldo Roggio, empresario omnipresente en las obras estatales y en la vida de Talleres en los últimos 40 años. Apenas tres meses después del último golpe militar, el 23 de junio de 1976, el dirigente cordobés recibió una plaqueta de manos del militar que era amo y señor de una decena de provincias argentinas. Los diarios de la época cronicaron con lujo de detalles las incidencias del partido que el equipo albiazul jugó contra un combinado integrado por oficiales, suboficiales y soldados, y también el agasajo posterior, con asado incluido. Otros dos represores, José Antonio Vaquero y Juan Bautista Sasiaiñ, participaron de aquel encuentro que se llevó a cabo (“en un clima de absoluta camaradería”, según consta en los archivos de las hemerotecas) en el campo de deportes de la IV Brigada de Infantería Aerotransportada. Un registro fílmico de la época muestra a varios de los futbolistas de la “T” saludando con deferencia a sus anfitriones. El arquero Osvaldo Salas, actual gerente general del diario “La Voz del Interior”, fue el arquero del entonces campeón cordobés.
El vínculo se hizo más estrecho cuando el brigadier Adolfo Sigwald, por entonces la máxima autoridad provincial, hizo intervenir la Liga Cordobesa de Fútbol luego de forzar a sus dirigentes a validar el traspaso de Talleres al elenco estable de los torneos de la AFA. Su antecesor, Carlos Chasseing, había compartido con Ménendez el palco de autoridades de La Boutique de barrio Jardín el 25 de enero de 1978, siguiendo las incidencias de aquella célebre final entre la “T” e Independiente. Aquella noche, en la que el Rojo de Avellaneda se consagró campeón Nacional, el interventor federal de Córdoba debió guardarse en el bolsillo de su traje el decreto que establecía asueto provincial en adhesión a los festejos del equipo de Nuccetelli.
Tres décadas más tarde, en julio de 2008, el Tribunal Oral Federal Nº1 condenó a Menéndez a prisión perpetua por delitos de lesa humanidad. Antes del inicio del juicio, los planteles de Talleres y Belgrano enarbolaron antes de un clásico una bandera de la agrupación H.I.J.O.S. con la leyenda “27/05 juicio a Menéndez. Este partido es de todos”. Más allá de aquella reivindicación histórica, hay quienes aseguran que la permanencia del nombre del ex jefe del Tercer Cuerpo del Ejército en el padrón de socios de la entidad albiazul, actualmente en proceso de quiebra y bajo administración judicial, es el secreto mejor guardado en el edificio local de Tribunales.
La permanencia del coronel Antonio Rodríguez al frente del Comité Olímpico Argentino (1977-2005), y de Julio Humberto Grondona como máxima autoridad de la AFA (1979-2014) se extendieron como resabios de una época nefasta y representan una mancha imborrable para nuestro deporte. No son las únicas. También superó la barrera del regreso a la Democracia la estadía como vicepresidente de la Fifa de Carlos Alberto Lacoste (1980-1984), el marino que manejó con mano dura y uñas largas todo lo concerniente a la organización del Mundial ’78, y que en su carácter de hincha de River hasta llegó a meter mano en la lista de jugadores que Menotti presentó para aquella Copa del Mundo.

Los desaparecidos del fútbol
Antonio Piovoso, exarquero de Gimnasia y Esgrima La Plata, es el único futbolista que figura en el libro “Nunca Más”. Fue detenido el 6 de diciembre de 1977 en el estudio de dibujo donde, unos meses después de haber colgado los guantes, trabajaba en la ciudad de La Plata,. “A vos te llevamos por tener el pelo largo”, le dijeron.
Las investigaciones de dos periodistas, Gustavo Veiga y Gustavo Ferradans, permitirían más adelante conocer a otros hombres del fútbol que fueron víctimas de la represión: Carlos Alberto Rivada, un estudiante de ingeniería que jugaba como delantero en Huracán de Tres Arroyos, y Eduardo Requena, docente y gremialista que en las décadas del ’50 y ’60 se había desempeñado como defensor en el club River de Villa María.
Claudio Tamburrini, quien defendía los colores del club Almagro al momento de su detención, vivió para contarlo. Se lo conoce como “el arquero que volvió de la muerte” y su historia quedó documentada en “Crónica de una fuga”, la película que cuenta de su estadía en la ex Mansión Seré, en Buenos Aires. Tamburrini es Doctor en Filosofía y desde hace muchos años está radicado en Estocolmo. En 1984 colaboró con el equipo del fiscal César Strassera en el alegato final del primer juicio a las juntas militares.

(*) Publicado en la Revista "El Sur" de Río Cuarto, en Octubre de 2014.

[piratahualfi]

Una nota que tiene mínimo 7 veces escrito el nombre de los plumudos, prefiero no leerlo.

[MMP]

Una nota que tiene mínimo 7 veces escrito el nombre de los plumudos, prefiero no leerlo.

No quiero que te sientas ofendido y/o atacado, pero que estúpido comentario que has hecho. Lee el artículo, no te vas a arrepentir.

No hay peor ignorante que el ignorante por elección propia.

[hernanco25]

Es muy bueno el infirme, eso lo sabemos todso, y todavia se creen grandes, son la mentira mas grande de cordoba asi como tambien muchos clubes porteños ganaron cosas importantes gracias a los milicos.

Cada dia me siento mas orgulloso de ser hincha del pirata

[Pirataricotero]

Ya la habia leido, es excelente.
La memoria es importante para saber de donde venimos y proyectar hacia donde vamos